Todavía no sé cómo hacer pega con el arroz en la estufa de mis suegros.
Primera vez que vivo en una casa con gato y por ende primera vez que tengo que deshacerme del cadáver de un ratón que el felino pusiera a mis pies con mucho carinio. (El gato se llama Mausi, que quiere decir “ratoncito”).
Descubrimientos incómodos: tengo que trabajar 41 horas a la semana (en condiciones normales se estila hacerlo sólo 37,8), me están descontando impuestos de la iglesia* (que por supuesto no tengo la más mínima intención de pagar).
Vi fotos de J. cuando era ninio. Aparte de que creció en tamanio, le salieron barbas y el pelo se le oscureció, sigue igualito.
Bloggeriles: No puedo leer los comentarios, pero volví a poner los archivos por petición de un amable lector.
*Ese es tema de otro post.
miércoles, 22 de agosto de 2007
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2 comentarios:
La gente en esencia no cambia. Solo aparenta hacerlo, y envejece en el proceso. Por estos días estoy reencontrándome con mis compañeros de colegio vía facebook y viendo sus fotos y leyendo sus palabras confirmo lo que te digo.
Lo del gato, por ahí leí ... es un tributo. Es de cariño lo del ratón muerto, siéntete halagada.
Don Patton,
gracias por la visita.
Hay gente que sí cambia un montón, pero son excepciones. Eso sí, me enterneció ver al sujeto de mis amores en versión chiquita.
Mausi anda de unos amores conmigo que ni yo me la creo. Bueno, porque si el gato anda buena onda conmigo es porque mis companieros de casa -mi familia política- también está en las mismas.
Saludos!
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