domingo, 24 de noviembre de 2013

Tren de regreso

Como no tenía reservación, decidí tomar el primer puesto que encontré, que fue justo frente a la puerta automática que hacía unos ruidos como de asmático sin aire cada vez que se cerraba.  En la ventana iba una francesita joven viendo este bodrio de película en su ipad y al otro lado del pasillo iba una chica presumo europea del este asentada en Alemania -es un no sé qué indefinible, oxigenado y gatuno que tienen estas nenas o que les pone mi prejuicio- que había abandonado su puesto reservado por tratarse de uno de los superpuestos que traen los trenes rápidos alemanes: SIN ventana.  Estaría en sus early 20's y venía también con unas maletotas. A su lado se sentó un chico negro, apenas unos años mayor que ella.  Ella venía un poco cual perdido recién encontrado y se puso a hacerle la charla al muchacho.  Él le siguió la corriente y ella le contó que venía de estar dos meses en Londres, que le iba a dar muy duro regresar otra vez a su pueblo donde nadie sale después de haber disfrutado el espíritu nightclubbing de Londres, en donde todos se esmeran por salir. El era camerunés, hablaba bien alemán pero accedió a desempolvar con ella el inglés que aprendió hace años en Australia a todo lo largo del camino, que duró cosa de 3 horas. Ella también había considerado ese continente para ir a aprender inglés, lo que había hecho en Londres, pero la distancia la asustó.  Me conmovió la espontaneidad de su contacto, la fluidez de los temas. Cuántas veces no he quedado yo misma atrapada en un diálogo así, aunque ahora que lo escribo hace ya rato que no me pasa, ha de ser que ese entusiasmo y esa naivität de compartir tu alegría con el mundo se vayan perdiendo.  Si bien es cierto que ella venía really overexcited de su aventura londinense y le hubiera sacado charla a quien quiera que se hubiera sentado a su lado, hubo la suerte de que su interlocutor fue bueno. Aunque él dijo que en casa lo esperaban su esposa y sus hijos y no hubo flirt en el diálogo hablado (no pude ver el corporal) al final acabaron haciéndose confidencias del tipo "eres la primera persona a la que le cuento".  Entre esta escena quasi Before Sunrise y el bodrio de película, que entendí completísimo a pesar de haberla visto a pedazos de lejos y de medio lado en un ipod vecino y sin audio, se me olvidaban los ahogos de la puerta cada que se cerraba y se pasó rápido el viaje de regreso.

viernes, 8 de noviembre de 2013

El Verbo

Paul Auster le sacó jugo en su New York Trilogy a la veta borgiana de que es el Verbo el que le da existencia a la realidad, el mundo comienza a existir cuando Adán comienza a nombrarlo, una cerca con portón existe aún en Uqbar nada más porque es recordada por los bichos que allí parchan, el Golem adquiere vida cuando el Verbo le es susurrado, etc.

Dejar de nombrar es también olvidar
por ejemplo:

Dentro de las elementales medidas que tomé sin pensarlo siquiera cuando exmarido anunció su partida estuvieron:
pedirle las llaves de la casa
entregarle el anillo de bodas
dejar de llamarlo por su nombre

sábado, 17 de agosto de 2013

Una de aquellas viejas anécdotas

Corría 2003.  Yo me había trasteado a un barrio hype de Hamburgo y estaba gastando la mitad de mi beca en arriendo, pero a pesar de lo caro y lo feo que era el apartamento, estaba tan bien situado que las zonas de bares y parranda de la ciudad eran más o menos como la sala de mi casa.  La zona de bares más próxima a aquel apartamento era el Schanzenviertel.  Cuando llegué a la ciudad el barrio comenzaba a gentrificarse, pero aún quedaban rezagos como los junkies en los portales dándose el primer shot del milenio en la noche vieja de 1999. Aunque parezca increíble, la gentrificación sigue: pensé que ya no cabían más tiendas chic de diseñador independiente, pero la última vez que estuve, en mayo de este año, vi que siguen multiplicándose.  El Rote Flora aún se erige como único bastión de lo que fuera el barrio alguna vez.

Serían las 4 am de algún sábado de primavera tardía y yo ya iba camino a casa. La última parada por entre las tiendas la hice en un local minúsculo en el que sólo había una barra con puestos al frente y ya.  Los cigarrillos que llevaba no prendían por alguna misteriosa razón a pesar de no estar mojados.  El tipo que estaba al lado se dio cuenta y me hizo algún comentario.  Así fue que comenzamos la charla a aquella hora tardía, o temprana, según se vea.  Cambiamos teléfonos y seguimos viéndonos.  Resultó ser originario de un pueblo al norte de Hamburgo, hijo único de un urólogo y una finlandesa.  Viendo una foto de su mamá en su apartamento, supe que de ella tenía lo rubio intenso -llevaba el pelo a eso de la altura de la oreja- y una dentadura muy similar a la de Felipe, el amigo de Mafalda. Dizque estudiante de medicina, pero más por imposición familiar que por mínima inclinación, no digamos ya vocación.  Desordenadísimo, pecuecudo, inconstante, mimado y bruto.  Delgado y -ejem- formidablemente dotado. Aún cuando niño rico (su familia era la dueña, entre otros, del edificio en el que él vivía en el Schanzenviertel en Hamburgo (!!!) y de una villa vacacional como se describe below), era tacaño:  siempre partió cuentas y tendía a evitar pagar / pagar menos haciéndose el enojado por el mal servicio.

El hombre se fue aquel verano a pasar vacaciones en la casa que sus padres tenían en la Costa Brava.  Estaba sacando la licencia de navegación, el último juguetito del padre era un yate pequeño. No dejaba de llamarme todas las noches.  Cuando le conté a mi guía espiritual, no vaciló en regañarme por no haber hecho antes los planes para caerle.  Así fue que como tan pronto él presentó su examen de la licencia navegadora  y se quedó home alone -los padres también estaban-, me monté en un vuelo pitufo desde Frankfurt-Hahn a Barcelona-Girona para pasar 4 días en una casa con piscina en una terraza con vista a la bahía de Rosas, a orillas de la carretera ascendente que conduce al restaurante El Bulli.  El hombre era vano y tonto, pero norteño al fin y al cabo: el norte de Alemania es rico pero la gente bien no se boletea por principio, así que nunca hizo alarde de su riqueza, jamás hizo descripción alguna de la casa, todo fue sorprendente cuando llegué. Días de piscina y/o playa, cerveza, comida.  Noches de champaña, porros y fuegos artificiales en la bahía casi a la altura de los ojos.  Fue divertido que el español fuera el business language consiguiendo hachís en la playa con norafricanos .  También hubo excursiones cortas a los alrededores: la casa tenía su propio carro, un Mercedes setentoso, y su propia moto.  Fueron días bonitos.

Claro que no hay dotación formidable ni paisajes bellos de fondo que logren compensar la falta de inteligencia y la malhomía / malagentez.  A su falta de seso el hombre sumaba sus excesos -por ejemplo el numerito de las llamadas ebrio a las 3 am-. Ya ni me acuerdo cómo fue que terminó todo, creo que fue por teléfono.  Hubo pipa de la paz, telefónica otra vez.  Hizo por buscarme después algunas veces, pero siempre con tan mala suerte que yo ya tenía plan, no era pretexto para no verlo.  No volví a saber de él jamás.

martes, 13 de agosto de 2013

No-label

Reburujando en estos posts, me doy cuenta de que yo escribo con alguna frecuencia sobre política.  (Posiblemente lo haría más antes, tampoco quiero ponerme a averiguarlo, porque vivía con alguien con quien hablaba frecuentemente del tema).  Pero jamás sino hasta ahora se me ocurre que debí haber creado hace rato un label para ese tema.  Ya es muy tarde, ya seguirá quedando todo refundido en los demás labels.

Figura inamovible

Caigo en cuenta de que la figura de Angie Merkel es a mi blog lo que la de Helmut Kohl fue a los de la generación del #miex.  Desde que él tenía uso de razón hasta llegando a sus 20s -toda la infancia tardía y la adolescencia- Alemania tuvo el mismo canciller.  Siempre pensé que tener que aprenderse un solo nombre de canciller para un período de 16 años debía ser muy cómodo en la clase de historia local en el colegio.

Y desde que este blog tenía meses hasta el sol de hoy Alemania ha tenido la misma canciller. Merkel lleva hasta ahora 8 años de cancillerazgo, la mitad de lo que durara su mentor en el mismo cargo (sí, este especímen se crió bajo las alas del mismísimo Helmut Kohl.  Fue su ministra de medio ambiente, cargo en el cual nos dejó btw un embrollo con las fincas de las botellas de bebidas y otro peor con la disposición de los residuos de las plantas nucleares).

Como van las cosas y habiendo resultado Angie ser como es, parece que este blog seguirá teniendo la misma canciller de background por más rato.

sábado, 3 de agosto de 2013

Escena cotidiana (con risas pregrabadas al final).

En un claro acto de descoordine el miércoles de la semana antepasada me arranqué la piel de medio talón derecho con el borde inferior de la puerta saliendo al balcón -no la cerré tras sino antes de mí, parece-.  Curiosamente y a pesar de su aspecto horroroso, no fue dolorosa la herida.  Pude andar en flip flops todo el tiempo por el buen clima, así que ya sanó y la costra cada día es más chica.  Igual no era nada comparada con la chamba que me hice en Camboya cuando caí sobre el codo izquierdo tras arrollar un pobre perro con la bicicleta.  Era la segunda vez que pasaba, la segunda cicatriz tiene más bien forma de un signo de admiración en cuyo punto inferior la primera cicatriz también hace un aporte.

Cuando fui al baño a desinfectar la herida del talón, subí la pierna derecha al borde de la tina, pero lo hice tan cerca del lavamanos que me pegué en la rodilla con su borde. Ay. Aua (así se dice en #DE, btw).  No sea marica, parezco en los Simpsons.... Con lo jodida que pueda andar, qué gusto poder reír sola a pierna suelta de mis tragediecitas. Quedó la pierna derecha full decorated, con un bello moretón en la parte superior de la rodilla, en bella armonía con la costra del talón.

lunes, 22 de julio de 2013

Algo se ha hecho

Este año ha estado rico en viajecitos cortos en los que la he pasado muy, muy bien.  Dublin me conquistó con su agua blanda magnífica para el pelo, su cerveza, su espontaneidad -la de la ciudad, la de la gente también-, su comida; en Dublin comprobé que el flirt aún es posible -lo hice como hacía años no lo hacía-.  Con U. pasé un puente buenísimo en mayo, conversado y diverso en actividades en / alrededor de Karlsruhe, incluyendo Strasbourg.  Con N. por fin hicimos el deber de encontrarnos y de desempolvar esta amistad hablando y riendo por horas, incluso después de haber apagado la luz, en un fin de semana lluvioso en Hamburgo.  Berlín called, manouvring @donAlvar to organize the meeting y sacando del sombrero un festival con Monsieur Periné y los Van-Van.  Coming next, anniversaire à Paris.

Respondiendo una encuesta ya publicada

Cuando leí el contenido de este link en un trino de @vega, no pude evitar pensar en respuestas a las preguntas.  Así que me dispongo a contestar la encuesta porque sí.

Top five abandoned classics:
1. Estos no sólo los acabé sino que los disfruté:  Lord of the rings, Moby Dick.
2. Este lo abandoné, a pesar del mágico resumen que hiciera la profesora loca de literatura de 7° en el colegio: Ulysses.
3. Estos los desconozco:  Catch 22, Atlas Shrugged.  Este último también estaba en una lista de libros que tildaba a sus fans de ser bastante paila.

Update:  vía @NewYorker en facebook me encontré con esta compilación de extractos de artículos de una autora Ayn Rand.  Lo leí porque la introducción me atrajo.  No tenía idea de que se trataba de la autora de Atlas Shrugged.

Points of no return:
Dentro de las respuestas dadas:
Weak writing.
Slow, boring.

Nuevas respuestas
Predictability.
Very complicated and little amusing writing (mientras que es super easy subirme en digamos Cabrera Infante, Paradiso de Piñera lleva acumulando polvo hace ya rato en mi mesa de noche, y qué cubanos que salieron los ejemplos).
Non-fiction:  reseñas de libros de mi lista de espera que no he leído, de películas que quisiera ver y no he visto.

What keeps you turning pages?
The joy of reading.
Anxiousness to know what comes next (depending on the story).

When do you abandon a book?
Ha cambiado con la edad.  Cuando niña me tragaba lo que fuera hasta el final, ahora ya me bajo del bus antes de la página 50.  El sabio consejo de Borges (Borges, el lugar común que nunca falta) de que el tiempo es tan corto y los libros tantos que no vale la pena perderlo con libros malos, llegó más o menos temprano a mi vida y me ayudó bastante.

domingo, 9 de junio de 2013

Poniendo puntos finales.

Los juzgados de este estado están en su capital. Estrenan un edificio muy bonito (hará cosa de 2 años que lo inauguraron) cerca del centro de Düsseldorf.  No alcanza a salir en el Street View, cuando fotografiaron esa esquina recién comenzaba la obra.  Llegué a eso de las 9:10, había tiempo de sobra, mi cita era las 9:30.  Subí por la escalera, parte de un hall amplio techado en vidrio que incluye también la entrada y que tiene obras de arte en cerámica en las paredes laterales, hasta el segundo piso, donde estaba mi sala.  Pasillos amplios, como balcones con vista al hall, paredes de madera, con monitores al lado de cada puerta con el horario de citas del día.  Primera sorpresa divertida de la mañana:  ninguno de los citados aquella mañana en esa sala tenía nombre alemán.  Sólo había nombres hispanos, polacos, rusos y griegos.  Llegó mi abogado. Tiene un olor particular que no había advertido.  Tenía ganas de café y necesidad de agua, así que bajé de nuevo a la cafetería.  Esta vez sí usé el ascensor para regresar al segundo piso; al llegar al hall, vi al miex y a su abogado en la baranda del balcón.  Hice como si no lo hubiera visto (igual yo estaba distante) y me senté con mi abogado; ese puesto estaba en su radio de vista, así que cuando me vio se despidió de su abogado y vino a verme.  Me preguntó en español que cómo estaba, que si había dormido bien.  Él no, dijo.  Se deja crecer el pelo, lo tiene ya más abajo de las orejas.  Ha subido de peso, no está regordo pero ya no es el muchachito esbelto con el que viví 7 años.  Llegó la hora de la cita.  Su abogado es más joven que el mío.  Mientras nos dirigíamos a la sala advertí las batolas negras que tanto su abogado como el mío llevaban.  Disfraces, el segundo detalle divertido de la mañana.  Menos mal no llevaban pelucas, que ahí sí creo que no hubiera podido contener la risa.  El juez también tenía una batola negra.  De los tres embatolados, sería el más joven.  La sala, muy moderna, tiene las mesas con formas de arco que en su disposición forman un círculo, dándole un aire futurista.  Esto, el tapiz verde de la sala (combinado con madera, era armónico) y el juez dictándole a un aparato de dictado toda la diligencia me llevaban a la imagen inevitable del capitán de nave espacial redactando la bitácora de vuelo.  Este tercer detalle divertido de la mañana no me dejó concentrarme en la esencia del asunto (sí, quiero divorciarme de este señor; sí, ya acordamos privadamente la división de bienes; no, no estoy de acuerdo con lo del reparto de la pensión) y apenas advertir otros detalles como el contraste de la sobriedad y sobradez de mi abogado con su i-pad con el despelote de carpetas y papeles cayéndose que apenas le cabía en el brazo del suyo.  Mi recreación personal de esta película es invariablemente en tono de comedia, wie sonst bei mir.

La salida del juzgado, el regreso a la oficina y el resto de ese día ya no tuvieron más detalles divertidos, ya todo el resto fue nostalgia y tristeza, como la de esta vez pero ahora limitada en el tiempo, no la dejé estar más de 24 horas..  Lo que más me asombra, lo que deja todos estos sentimientos en una campana de vacío es que no hubiera carne que pudiera ser encendida, por primera vez en meses estaba en un abrazo, y también era muy posiblemente la última vez que estuviera en un tal abrazo con ese hombre, con esa persona, y sin embargo no logré abandonarme, por más que quise no pude sentir ni siquiera que algo se me tostara.  Mi cuerpo ya había dejado ir hace tiempo y yo no me había dado cuenta.

lunes, 18 de marzo de 2013

Se rompe un silencio

Bien es cierto que dice más lo que uno calla que lo que uno dice, pero ya ha durado este silencio un buen semestre.  Desde que finalmente tuve arrestos para enviar al último engendro de relación a su respectiva mierda, he estado sola.  Más o menos la mitad de ese tiempo estuve lidiando con una recaída que tenía que darse tarde o temprano pero que hasta ahora no había tenido la oportunidad de tener lugar:  la verdadera nostalgia / saudade del #miex.  Ya estaba ahí la necesidad de contactarlo para evitar pagarle al fisco alemán algunos miles de euros que me cobraban por una declaración de impuestos hecha a las carreras y con las patas -por mí- cuando él me llamó a preguntar que cómo estaba.  Esas horas que compartimos fue volver a  revivir esa compinchería que no he vuelto a encontrar ever, recordar y reconocer un aspecto de esa pérdida que por el transcurso de los hechos había permanecido invisible.  ¡Se rió de mis chistes metafísicos! hacía cuánto yo no vivía tal portento, que alguien se riera de eso.  El caballero manifestó no tener agenda, cosa que obviamente no era cierta porque estaba muy cariñoso y meloso, eso me complicó también en algo los sentimientos, pero no caí tan bajo, de un abrazo lloroso y de caminar por Colonia y ver El Hobbit tomados del brazo de gancho no dejé pasar el asunto.  Con esa tusa tuve para entretenerme el resto del invierno, que estuvo oscuro (el más oscuro en 43 años) y sigue frío.  Sigue -remember que es middle march-.  En enero por andar corriendo a tomar el tranvía resbalé -malparida empresa de transporte público no había limpiado de hielo la estación- y caí cuán larga soy sobre el lado exterior del muslo izquierdo.  Me incorporé inmediatamente y logré subirme al tranvía, pero me dieron naúseas del dolor tan infeliz.  No me salían las lágrimas aunque latían en la sordina del dolor.  Daba alaridos de dolor en la oficina cuando me acomodaba mal en la silla, aunque eso sólo fue el primer día.  Quedó un morado que mutó a verde y luego a negro antes de difuminarse.  El dolor tardó semanas en irse.  Tal cual sentí que fue la tristeza de haber extrañado por fin el lado que me unía con el #miex.  He prescindido de contactos posteriores -que él no deja de proponer-, aparte del día de su cumpleaños en que le mandé un texto corto y hablamos 1:08 min cuando me llamó de vuelta.

El resto del tiempo me he encargado de despreciar al sujeto del obsequio fallido (y de despreciarme a mí misma por haber llegado a atribuirle viabilidad al asunto, guácala) y por ende de encontrar agobiante el mero hecho de considerar la presencia de alguien y de alegrarme montones de andar a mi aire.  En suma, en modus "a mí que no me jodan" (dicho con la entonación de mi abuelito, una í muy larga y el resto de la frase breve).  También está bien así.

viernes, 15 de marzo de 2013

Karrieristen

La vida social de la empresa da para que más o menos uno alcance a conocer a los otros que comenzaron a trabajar con uno en la misma época y según el área de trabajo y la empatía, uno ha alcanzado a estrechar más o menos ese contacto.  A lo largo de 5 años he visto cómo algunos se han ido bajando del tren, cómo los altos cargos se han ido renovando -los que llegan son quasi-advenedizos cuyo principal fuerte es la business administration y la strategy- y cómo estos remezones de los cambios en las altas esferas alcanzan mi nivel y las carreras de los más vivaces comienzan a despegar.

jueves, 14 de marzo de 2013

Solicitud

Querido invierno 2012/2013:

Haz la caridad de largarte de una vez por todas.
Ya estuvo bien.

domingo, 10 de marzo de 2013

Terapia

De adulta fue que comencé a darme cuenta de que la normalidad de mi infancia no era tan normal.  Un ejemplo es el lugar de residencia que escogieron mis padres.  Eso significó largas horas en compañía apenas de los montones de libros que mi papá compraba por baratos pero que no leía mientras que comenzaba la programación de televisión a las 4:30 pm entre semana o hasta que mis padres se levantaran -tarde- los fines de semana.

Algún día comenzaron a llevarme a cine a la nocturna con ellos, por alta pude entrar desde los 9 a películas de 12, así que yo ya desde esa tierna edad llegaba a la casa a las 11:30, 12, a madrugar al colegio al otro día a las 5:30.  Recuerdo un cuento que leí en una revista de Avianca que mi padre traía de sus viajes en esa época de una niña que se les quedaba a los padres en un cine y desde entonces se quedó a vivir ahí.  Jamás sospeché que esa pudiera ser una metáfora de aquel momento que vivía.

También hay que reconocer que esa suerte de indiferencia ayudó bastante a que yo me quedara aquí y a que sobrelleve bien el abandono de mi progenitor (próximamente, conmemoración del 4° aniversario) y más o menos bien mi separación (no se pierda la posible alusión al 2° aniversario).  Hasta me va mejor:  a pesar de seguir igual de sola, al menos estoy menos insegura, tengo una calidad de vida que me gusta más y mis derechos ciudadanos son menos pisoteados.  Y hasta soy extrañada por algunos otros, por fin.

viernes, 8 de febrero de 2013

Lecturas escatológicas

En Alemania siempre me llamó la atención encontrar revisteros y repisas de libros en el baño.  Material de lectura para los largos ratos que pueden pasarse allí sentado, de acuerdo con la digestión de cada cual.  Mis procesos son de pase rápido, así que personalmente nunca me vi en la necesidad de tener que procurarme entretenimiento para un rato largo de desparche en el toilette, así como cuando echo un libro en la cartera siempre que uso el tranvía.  Algún día llegó a mi buzón una "degustación" de una revista de artículos políticos pero con ínfulas frívolas.  No me animé a botarla pero tampoco a leerla por largo tiempo.  Los temas de portada ya estaban viejos cuando me llegó, pero contenía otros artículos y entrevistas un poco más atemporales, hasta interesantes.  Eso lo vine a saber después de que se convirtiera en mi primera lectura de toilette ever, pues esa fue la solución que le encontré a la indecisión de no saber qué hacer con la revista.  Un ejemplar alcanzó para casi un semestre.  Finalmente la agoté y ahora tengo una segunda lectura.  Una novelita histórica de una historiadora española, parte de este des-obsequio de cumpleaños.  Apenas para eso.