domingo, 27 de febrero de 2011

Her father's girl

First screenshot:
Encuentro casual y feliz en Skype con mis medio hermanos varones. Hacía años no coincidíamos los tres y fue sin embargo todo muy espontáneo, son chicos inteligentes ellos. Renegadera espontánea de mi parte sobre este pasquín. Comentario de hermano mayor -y futuro padre- recién encontrado: -De quién eres hija, perdón?

Second and last picture:
Cliente desesperada de oir por quinta vez una canción insoportable en vestier de almacén chic de ropa se queja ante la dependienta de la tienda. La mujer responde cansada el opuesto a "el día está flojo y no hay cliente pa' trabajá" y por eso es que nadie tiene tiempo de fijarse en pendejadas tales como la música del local. Valga decir que en las demás tiendas la música era mucho más adecuada y no se repetía todo el puto tiempo, motivaba más a comprar. Cuando encontré en la caja a la misma dependienta cansada del vestier y la canción de marras (sort of baladita indie) sonó por séptima vez, no pude menos que sonreir.

Even if that guy is dead to me (dicho con la voz, el acento y la attitude de Tony Soprano, please), he remains his daughter's dad. In spite of that.

sábado, 26 de febrero de 2011

El pez muere por la boca

Este tema ya tratado ha tenido continuidad pero no ha sido reportado en este blog: justo las nenas a las que les gusta esto han sido promovidas en la empresa, cosa que yo no. Como si el gustar de tales huesos televisivos estuviera somehow correlacionado con ciertos cotizados talentos laborales. Qué perversa y estrecha manera de ver el asunto, lo sé, porque si soy arrogante y pienso que siendo así, mejor fracasar en el trabajo, me justifico de plano para fracasar en el trabajo. Y no estoy segura de querer fracasar, tiene que haber una vía al éxito profesional sin necesidad de seguir estos bodrios televisivos. Hace rato superé a la vaca imbécil -blöde Küh- Bridget Jones.

Colega (ver Miranda me perdone) detallista -ver Colega- se va de la división después de haber jugado un papel decisivo en una época de turbulencias e incertidumbres. Sin embargo el estrés de todos fue tal que yo -la vaca insensible del detalle- fui la única que se acordó de organizar el regalo de despedida. No daba el tiempo ni el ánimo para álbum de fotos comentadas ni chocolocuras por el estilo, así que tocó conformarse con tarjeta convencional firmada por todos, impersonal bono de compra por más de €150 en una tienda chic de Düsseldorf y como intento de guiño y personalización, los DVD de la tercera temporada de "Doctor's Diary", el bodrio arriba mencionado. No deja de parecerme una broma cruel del destino que justo yo haya tenido que comprar ese DVD; ruego para que no me haya visto nadie con el DVD en la mano mientras me dirigía a la caja de la tienda. Me alcanzó la lucidez para hacerlo empacar con el bono impersonal y quedó re-bonito, como a mí nunca hubiera podido quedarme, pero sobre todo como colega detallista se merece que se lo empaquen. Es que ella es la mata del detalle, cualidad que es para mí como el dibujo de una golondrina sobre el caparazón porque, insisto, soy bien res para eso.

No podía irme chirosa como suelo estar el fin de semana a la tienda chic del bono. Tuve que medio arreglarme, gracias a lo cual no me sentí mosco en leche en la glamorosa Königstrasse düsseldorfeña. Tomé un latte machiato en un restaurante concurrido en Kaiserstadt. Compré juiciosa el regalo de colega detallista y luego hice el deber de comprar algunas vestimentas: un primoroso vestidito de corte Josefina Bonaparte, un pantalón con las arrugas por delante que ya sabemos pero lo suficientemente oscuro para disimularlas, por lo demás buen corte y, valga decirlo, en rebaja, y un discreto suéter azul tirando a rey. Para recompensarme por mi buen comportamiento de haber comprado ropa -sigue siendo un deber, un sacrificio, nada que haga con gusto-, pasé por la librería de la zona y salí con una antología de relatos de Hanif Kureishi, un libro de Siri Hustvedt, que supuestamente es mejor que su marido, y un librito del relamido Palahniuk.

No esperé reconcer que gracias a colega detallista pudiera pasar un día de "típica mujercita" como generalmente no los tengo y acabara gustándome.

viernes, 25 de febrero de 2011

Mein Salz

Tengo un montón de cosas que no extraño para nada de Colombia, entre otros porque aquí justamente no las hay.




O las había. Claro, no hay nada perfecto y yo ya soy insider que puede ver las grietas. Pero eso de que alguien comience a triunfar en política nada más por caribonito y por su noble origen (el sr. es noble, en Alemania los hay, cómo no, comenzando por los English Royals, sí, remember que el marido de Carolina de Mónaco también es otro noble alemán) no deja ser sospechosillo.

Hablo del actual ministro federal de Defensa. Su mujer también es atractiva y no se le da nada aparecer en los shows de RTL (el RCN alemán) diciendo babosadas en pro de la niñez. Filiación política: conservador, of course. Es pro intervención alemana en Afganistán, visita a la tropa allá de vez en cuando (a veces con su mujer), ya le ha tocado capotear algunos escandalillos en el ejército -some friendly fires en Afganistán, dead young navy officers in the school ship- no tanto porque hayan pasado sino porque fueron ocultados. Los resuelve cortando alguna cabeza, sin asumir él mismo ninguna responsabilidad en lo que a todas luces falló.

Pero ahora "se le fue hondo, maestro". A algún ocioso profesor universitario le dio por leer la tesis de doctorado en derecho del flamante ministro, nada más para suspender la lectura al cabo del octavo hallazgo de una fuente copiada sin citar. Internet & co hizo el resto y la estadística ya va en que en mínimo 70% del trabajo se presentó tan curioso fenómeno. El ministro aceptó que cometió errores y renunció voluntariamente al título de doctor. Eso fue antes de que la universidad que lo tituló se lo retirara oficialmente. Un tipo así no debería ser ministro de nada, pero él lo ve de otro modo. A sus 37 primaveras ya suena como posible sucesor de Angie -quien también lo sostiene en donde está, claro-. Algún parecido con el Pincher Arias es mera coincidencia, o no? Tampoco faltan los lambericas defensores, claro, -otro parecido-: el retiro del título no alcanza a salvar a la universidad del mega oso de haberle dado "summa cum laude" a semejante bodrio copypasteado -ejem, digo, escrito- por el ministro cuando ya era parlamentario.

Yo tengo mi nube con lluvia propia que me sigue a todas partes, lo sé, mi bulto de sal a la espalda. Al menos el zu Guttenberg es de algo mejor ver que el tal Pincher.

Primer update del 3 del 3:
Ya podemos hablar del ex-ministro. Alcanzó la decencia para renunciar. Fin de los parecidos en este caso, menos mal.

Segundo update del 3 del 3:
No vuelvo a decir nada. Los lambericas resultaron ser más de los imaginados:

Queremos a Guttenberg de regreso.

domingo, 13 de febrero de 2011

Lo que no fue, no será

El encuentro fue casual en un cumpleaños de un desconocido en común. Yo me fui con el de una buena vez a una fiesta en una esquina de nuestro barrio -éramos vecinos-. A partir de ahí comenzó un ir de aquí para allá con aquel doctorante de Derecho que tenía toda la pinta del doctor Chapatín. Uli era arrogante pero me parecía divertidísimo. Mientras nos llevamos la cuerda, todo fue una sola fiesta. Lo mejor fue que no hubo nunca ningún contacto físico. Solamente una vez nos cogimos de la mano, nada más para que yo soltara la suya muerta de la risa, de pronto iba a pensar que yo estaba tragada de él, qué tal, juju, jaja. No sé si no entendió el chiste o realmente fue la fatalidad, pero quiso el destino que una nueva inquilina se mudara al apartamento que arrendaban entre varios (Wohnungsgesellschaft, WG) y con sus carnes gorditas, su ingenio y la ventaja de compartir techo me lo arrebatara en mis narices.

It was me in all those scenes

First time
Salí del examen del ICFES en la Universidad de América, a las faldas de Monserrate. Creo que me encontré con H. que también presentó el examen en el centro y nos fuimos calle 19 abajo. Al frente del Sabana estaba un músico callejero tocando el saxofón. Estaría en la segunda mitad de su treintena, tenía una incipiente calvicie pero llevaba el pelo de atrás agarrado en una cola. Supongo que con H. tomamos algún café y después ella tuvo que irse. Sus padres estaban profundamente convencidos de que el centro en domingo a partir de las 5 pm no era un lugar apropiado para niñas de 16. Yo me quedé dando vueltas y di de nuevo con el saxofonista. Me quedé escuchándolo un par de canciones más. El tipo dejó de tocar y se dirigió hacía mí. Me pidió que lo acompañara. Yo me alegré y agarré al vuelo ese papel insospechado de groupie que se me apareció de la nada. Estaba ronco y tosía, por supuesto fumaba (Parliament, una marca que siempre fue desconocida para mí a pesar de no ser mala). No había sido una mala jornada. Con parte de las ganancias se compró un jarabe contra la tos en una farmacia. En la caja decía que no se fuera a conducir un auto o hacer tareas que requirieran concentración después de haber ingerido una cucharada del remedio. El tipo se bebió toda la botella de un trago. Fuimos a su casa, en el barrio La Merced. Arrendaba un cuarto en una casona del barrio a una familia joven con hijos doceañeros. Hablamos un rato con la familia en la cocina y yo me fui a la casa de mi novio de ese entonces. Yo con un novio! eso era más bien raro. Atortolada de la aventura (aunque suene increíble, no hubo absolutamente nada de sexo, yo todavía no estaba calibrada para esas altitudes) le conté cómo se me había ido la tarde. El chico me cortó a la semana siguiente.

Carne de tu carne
Una cosa pudieron haber sido los "rumbeos" en las fiestas de adolescentes, aquella sutil forma de contacto sexual más o menos difundida y tolerada en mis tiempos juveniles, o los veinteañeros e innúmeros ONS después de una noche de parranda y otra muy distinta un levante de tipo 100% sexual en situaciones relativamente cotidianas. De mis amigos gay sé que eso es relativamente frecuente en este grupo, pero es relativamente esporádico entre los straight. Menos mal no me faltaron ocasiones y tampoco las desaproveché todas, aunque he de reconocer que es de los tesoros que no se siguen buscando -aunque pueden encontrarse de vez en cuando- después de haberse casado.

Con 15 años ya me dejaba arrinconar contra los estantes de la bodega y dar besos apasionadísimos de dos de los chicos del supermercado en el que trabajé en esas vacaciones. A los 16 no tenía ningún empacho en irme manoseando y besuqueando con un atractivo desconocido en una flota llena a Zipaquirá desde el centro (calle 19) hasta el segundo puente (calle 140) y en feriarle la virginidad al primero que se la encontró, un paisa de Manizales que fuera el lover del Doble Vida de Soda Stereo. Como ya lo mencionara, dispuse de un amante distinto para cada álbum posterior del grupo.

Last but not least
La última vez fue una liebre inesperada después de haber sentado cabeza. Fue un imán poderosísimo que estuvo latente durante las doce horas de una excursión turística y cuando las partes por fin pudieron juntarse casi no hubo pudor local ni poder ni sueño que pudiera separarlas. El recordar mi entrepierna húmeda de solo saber su presencia al otro lado de la mesa, mientras departíamos con los demás excursionistas, me pone ídem de nuevo.

jueves, 10 de febrero de 2011

Al fin: pericia lúdica

Aunque parezca increíble, si hubo otro juego además de "Sabelotodo" con el que pude impresionar a otros.

El juego consistía en adivinar la historia implícita en una frase que la resumía. Adiviné casi todas las historias. Del tipo "El recibió un paquete y supo que moriría a los pocos días". Era obvio que el tipo había recibido una amenaza de la mafia, o no? Según mis trompañeritos de oficina, no. Y así.

Hicieron bromas de que era por venir de Colombia. Yo creo que es más bien por haber visto tantas películas y haber leído tanto.

Ceguera

El padre del autor de una masacre en un colegio (esas cosas también pasan por aquí) fue condenado por homicidio culposo. Su hijo usó una de sus armas para matar a 15 compañeros y luego suicidarse. La noticia reporta que el señor no sale del asombro de no haber podido ver los síntomas que indicaban los vericuetos mentales por los que andaba su hijo.

No hay peor ciego que el que no quiere ver,
pero no hay nada peor que ser ese ciego sin saberlo.


Me pasó con el monstruo ajeno del post pasado.
El bicho ahí, haciendo musarañas en mis narices, y yo sin -poder?/querer?- verlo.

Ah, los insondables misterios del alma humana.