lunes, 19 de julio de 2010

El Mundial, revisited

Se fue esta Copa Mundo y yo no me tomé la molestia de escribir ni medio comentario al respecto, yo, que vivo tan pendiente de tales eventos. Este refrito es nada más para rellenar ese vacío.

Aquí quedamos todos tan contentos con los muchachos. Si nadie estaba esperando ese tercer puesto (por la no participación de Banosch muchos se rasgaron las vestiduras), y sí que menos esa crecida de Schweini -ya no se le dice más así, que ese era apodo para ninhos, ahora es Schweinsteiger- y la aparición de Müller!

Eso sí, aquí todos son muy dignos y nadie me quiso poner atención con lo de los mocos de Jogi. Mejor se dejaron tramar de Paul, el habitante más famoso de Oberhausen, ciudad ahora conocida gracias al octópodo infalible.

Hubo justicia futbolística y ganó el mejor (y Francia e Italia se fueron rapidito).

Y poco a poco salimos de esta resaca post-mundialera.

Cambio de roles

Cuando nos fuimos de la casa del abuelo a aquel apartamento del centro, no dejaba de asombrarme que ella pudiera conducirme a todas partes, que ella supiera dónde quedaba todo. Me llamaba del trabajo a ver cómo estaba, a preguntarme qué estaba haciendo, a decirme que ya pronto llegaría a la casa. Era la que accedía a poner en la banda de la caja del supermercado las golosinas de las que me antojaba a última hora o a comprarme en la calle el helado o la chuchería que se me ocurriera.

Me conmueve mucho estar ahora, 30 anios después, en el rol de ella con ella.