lunes, 18 de septiembre de 2006

Lastres de larga duración

No se imagina uno el pantallazo tan terrible que le dio al país aquel lejano mundial de fútbol en 1994. Que tres mundiales (o sea, la friolera de 12 anios) después le sigan preguntando a uno personas de las más diversas nacionalidades (singapurenios y más recientemente, libaneses y palestinos) por el jugador de fútbol asesinado en aquellas fechas....

:S

Era uno de los comentarios / preguntas usuales cuando llegué a estas tierras. Que 7 anios después todavía esté en el menú de comentarios respecto a Colombia y, como ya dije, incluso en latitudes que uno ni sabe que existen, me deja bastante escéptica de que me libre (nos libremos) de tal lastre algún día. Colombia hizo leyenda.

jueves, 7 de septiembre de 2006

Desadaptados

Hoy fui hasta la biblioteca del Instituto de Romanística de la UniHamburgo con el ánimo de sacar algunos libros. No caí en cuenta que el horario de atención sólo es hasta las 4 pm, así que no me quedó de otra que ponerme a ver los folletos que había en una mesa en el pasillo. Querían deshacerse de algunas revistas viejas y las habían dejado allí para que el que quisiera se las llevara. Entre ellas estaban las abajo mencionadas de la Casa Silva, unas de la UNAM, otras de variados institutos de estudios ibero-loquefuera.

Una de este último grupo me llamó la atención: llevaba el título "Extranjeros en Alemania". Anio de edición: 1974. Dentro de los artículos había uno de un etíope, cuyo tema eran los problemas de desadaptación de los estudiantes que regresaban a sus países de origen después de haber pasado varios anios en Alemania. En el primer párrafo se mencionaba el reporte de un colombiano, que iba algo así como (no cito textualmente):
Cuando llegué a Alemania me di cuenta de lo bajito y negrito que me había vuelto. Y cuando regresé, me pareció que todos en Colombia se habían vuelto como yo, más bajitos y oscuritos.

Aunque el planteamiento no me gustó, creo que no le falta razón. Allá yo era una más del montón y aquí soy un mosco en leche. J. andaba feliz en Colombia porque al fin se sentía alto entre la multitud -su mamá tiene como frustración que el muchacho le salió "bajito"-.

La decisión de arrancarse y quemar las naves lo deja a uno sentado sin remedio entre dos sillas, "ni de aquí ni de allá". Pero cuál es la diferencia cuando uno nunca se acomodó del todo en la silla original? Lo hubiera logrado algún día, de haberme quedado allí? Lo que sí es cierto es que ya no hay reversa y que ahora las dos sillas tienen sus resortes sueltos talladorcitos que las imposibilitan para el confort total.

El síndrome Baader-Meinhof

Muchas veces me ha pasado algo así como:
1. Sale un tema específico y "raro" -o nada que ver con las actividades, rutinas habituales- a colación en una lectura, charla o lo que sea, sin ninguna razón específica.
2. A los pocos días, se tiene una o diversas noticias relacionadas precisamente con ese tema en especial, y uno no deja de pensar "pero qué casualidad, justamente hace poco..."

Algunos consideran que no hay ningún tipo de casualidad, que el hallazgo aparentemente sorprendente del paso 2 es apenas producto de la estimulación de la atención hacia el tema que se produjo en el paso 1. Así como uno comienza a ver mujeres embarazadas por todas partes cuando alguien cercano está en las mismas. Al que se le ocurrió establecer una definición para tal evento parece que le pasó con los nombres de Baader y Meinhof, los apellidos de dos pesos pesados de la RAF, el grupo terrorista alemán de los 70s y 80s.

Pero yo me empenio en ver algo de casualidad en ello. Cómo iba a saber yo que a la ministra sueca Anna Lindh la iba a matar un loco a los pocos días de yo leer un artículo sobre su promoción al sí en el referendo sobre el euro en su país? O que el DVD de los Waltons iba a salir a la venta esta semana, cuando dos noches antes tuve que explicarle a J. mi chiste de "buenas noches, John Boy"? O que me iba a encontrar tiradas unas revistas de la Casa de Poesía Silva en la Universidad de Hamburgo después de haberle mostrado a J. una foto de la misma, perdida en mis archivos?

Todo es casualidad. O nada, y todo resulta ser una invención nuestra.

miércoles, 6 de septiembre de 2006

Carne de ninio perdido

No me canso de insistir que en las Europas es super fácil convertirse al vegetarianismo, así sea uno el carnívoro más empedernido. En primer lugar, el precio se encarga de convencerlo a uno de un consumo de carne maaaaaás esporádico. Y suponiendo que uno no tuviera el presupuesto estudiantil sino uno más holgado: de nada sirve pagar el platal, de todos modos siguen saliendo los guayos de la vaca!!

Y no conformes con lo anterior, comer carne también representa un riesgo para la salud. Si no cae uno enfermo por la carne de vacas locas (el último brote de la enfermedad fue hace cosa de 4 anios) o la fiebre aftosa (que también afecta a otros cuadrúpedos comestibles; hará cosa de dos anios?) o la peste aviar (a principios de este anio), entonces se enfrenta el consumidor a...

los puntos de venta que no se resignan a que se les haya quedado sin vender la carnita y para el efecto deciden cambiarle la etiqueta de la fecha de vencimiento... o el senior que tiene unos rollitos de donner kebap desde hace apenas 4 anhos, pero "eso todavía aguantan" y los sigue vendiendo...

Pero qué digo, en todas partes se cuecen habas. Leí en una columna de El destiempo que ahora Colombia también importará carne de res gringa -allá engordan las vaquitas con antibióticos, hormonas y cuanta porquería- de 30 meses de edad por cuenta del TLC. El problema es que aquí las cosas salen a la luz (y no de muy buena gana: la carne de hace apenas 4 anios la descubrieron por error). Y como hay sus benditos subsidios a los productores locales y todas las trabas del mundo a carnes de otros parajes donde puede ser más sabrosa, más sana y más económica...

Cuántos no hay que se lucran vendiéndonos ilusiones, dándonos baratijas por nuestro oro. Al menos con esos quedamos enganiados, pero contentos. Pero que haya otros que nos vendan cosas de elemental necesidad (comida) y nos la den no sólo de mala calidad sino que de paso nos envenenen y nos maten... esos son todavía más canallas. Pero con tanta maldad suelta y escandalosa, quién le pone cuidado a estos sí malhechores silenciosos??

Yo, al menos, me seguiré envenenando con los agroquímicos del brócoli. Supongo que es una muerte más lenta y menos dolorosa que aquella ocasionada por la carne de apenas hace 4 anios.