miércoles, 30 de abril de 2008

Retazos

Ya no peleamos con el transporte público.

Hay una ciclorruta que parece diseniada para quienes vivimos en este barrio y trabajamos en "mi empresa". Es cuestión de sacar la bicicleta cuando a uno se le da la gana, rodar 15 minutos y llegar a la oficina. Jódanse buses y tranvías de porquería, con ustedes el asunto dura 20 minutos, 7 de ellos en esperas inútiles.

El hombre de mis suenios.


Estoy en una casa con muchas habitaciones. En cada una de ellas se encuentra un hombre de mi familia paterna. Me aterra que en esa casa no se deja de roncar ni un segundo y comienzo a desesperarme. Presumiblemente el subconsciente armó tan bella historia con el soundtrack que le pusieron aquella madrugada.

El cansancio de las tardes.


Ahora resulta que acabo el día sintiendo los ojos extranios, como pegachentos, incómodos. No duelen y no arden, más bien se sienten cansados. Llego a la casa sin ganas de hacer nada, ni siquiera de acostarme a dormir. Ha de ser estar todo el tiempo frente al computador. O será que por fin me sorprendió una alergia?

Festivos esquivos.


El día del trabajo y la ascención de Cristo son dos de los poquísimos festivos a nivel federal. La ascención de Cristo, que también es el día del padre en Alemania y el aniversario de conocerse de esta sociedad conyugal, es como el cuarto jueves después de semana santa o qué sé yo qué historia parecida. Este anio cayeron ambos festivos the very same day. Menos mal que estoy en un estado católico, de haber seguido en uno protestante me hubiera dado más pesar.

Aprendiendo a morder.


Aquí hay una modalidad de pago de lo más bonita, por objetivos cumplidos. A uno le ponen la barra bien, bien arriba, así para que quede bien difícil cumplirlos y obtener la máxima puntuación. A mi jefa también se la aplican. Lo mejor viene cuando me toca apretarle las tuercas a mis colaboradores, porque para ellos no hay del ponqué del que le reparten a los jefes.

El hombre de mis suenios.

Estoy en un paseo con unos amigos muy queridos. Súbitamente se va todo el tinglado y quedo sola en la oscuridad, sin amigos y sin paseo y sin nada. Abro los ojos y sólo atino a ver un codo que se retira después de haberme golpeado la frente.

Aún existimos.


No sé cómo ni cuándo, por fin me animé a registrarme en el Facebook. Estoy asombrada de la cantidad de gente que se encuentra. Me alegra verlos, saber que les va bien, poder saludarlos. Veo sus fotos de nuevo y comparo sus fotos -y cómo las veo ahora, con estos ojos desacostumbrados a Colombia- con mi recuerdo y mi visión de ese entonces. Apenas visito amigos y pongo mensajitos, no me da el tiempo para meterme a grupos de nada.

Miranda me perdone.


Vamos en el Mini nuevo que mi companiera de trabajo M. se acaba de comprar. M. me cuenta de sus lecturas de estos días, las aventuras de Stephanie Plum, que, me informa M., es una chica que se dedica a cobrarle las deudas a un tío por física necesidad (los clientes del tío siempre salen malas pagas, además) y en cada novela siempre destruye un carro. Yo le comento que me acaba de llegar el libro de cuentos de Miranda July, de cuyo nombre no puedo acordarme (en ese preciso instante, jetona). No quiero parecer pretenciosa y no menciono su película, sólo su proyecto en donde da "consejos para sentirse feliz" (sic, jetona jetona). "Ah, sí, los libros de autoayuda, buenísimos", comenta M., un poco desencantada y apretando el acelerador del Cooper, que hace "brooooom!" con sus 120 PS.

viernes, 18 de abril de 2008

Buscando las analogías. And complaining.

Alguna vez rebuzné en este blog sobre alguna analogía incierta que pudiera establecerse entre divas de cine y ciudades.

Si a Hamburgo que tanto anioro, aún a mi pesar, le endilgué un parecido sacado de los pelos con la Catherine Denueve, para esta Düsseldorf llena de ínfulas infundadas no se me ocurre nada mejor ni nada peor que la Julia Roberts. Que la anuncian con bombos y platillos como si fuera cosa fuera de este mundo, belleza nunca vista, etc. y va uno a ver y la vieja no actúa tan mal, no es fea... pero así que sea taaaaanto como se la ensalza, pues tampoco. Me dirán que la Roberts se ganó un Oscar, pero bueno, al sol de hoy que me diga alguien qué cuernos significa ese premio. Düsseldorf también tiene la mejor calidad de vida desde 1990 según estudios hechos por estos gatos (seguramente por encargo de la alcaldía de Düsseldorf). Comparada con qué, ni idea, pero la mejor calidad de vida. Y desde hace más de una década.

Como para hacerse una idea de la ilustre administración de la ciudad y los haberes de la misma, van a vender una plaza pública (central, pero debajo de unos puentes) a unos inversionistas privados. Creo que ni en Colombia se les hubiera ocurrido semejante ideota, con todo lo garosos que son los políticos y los inversionistas y con todo lo que no han dejado de privatizar. Los precios de la comida todavía no dejan de asombrarme, aunque al menos ya sé por donde se está desangrando mi bolsillo -y sí, es fenómeno mundial, ya sé, pero que en la plaza cobren el kilo de papa a 4 euros y pico es todo un atraco, normalmente cuesta 1,30-. No hay que olvidar que la calidad de vida es la mejor desde 1990, tranquilos.

Este va a ser un largo round. Larguísimo. Yo siempre acabo amanhándome, pero pucha si me la están / estoy poniendo aquí de para arriba.

jueves, 10 de abril de 2008

Latín, o violín de lata

J. ya no pudo seguir sacándole el cuerpo a su curso obligatorio de latín y henos aquí lidiando con las declinaciones por las noches (yo siempre había tenido dentro de mis planes ponerme a estudiar latín y aquí encontré un buen papayazo / oportunidad).

Es extranio esto de contemplar una lengua sin sonido, de la que no se sabe cómo suena. Lo único que se me ocurre es asiiii como caaaantaaaan los cuuuras en la miiiisa, améeeeeeen. En realidad sólo se aprende a leer latín.

Es claro que en el libro no era de esperarse encontrar a Publius y a Titus yendo de compras, esperando el bus o contestando el celular. Que en cambio en las lecciones Titus are la tierra o alabe al dios Fauno, medio aguanta, pero tenía que ser también que fuera el esclavo de Publius?? Yo sé que eso era de lo más normal del mundo y así era la vida, pero no podían haber tomado otros clichés más divertidos para los ejemplos? Los chicos de juerga, por ejemplo? Entrando al circo? Arreglándose la toga? Atorándose en un banquete?

No puedo evitar pensar que estos europeos arropan con sus prejuicios hasta a sus mismísimos antepasados. A ver si en las lecciones que vienen comienza Agripina a envenenar gente, esa sí sería una manera contundente de aprender el acusativo.