domingo, 9 de junio de 2013

Poniendo puntos finales.

Los juzgados de este estado están en su capital. Estrenan un edificio muy bonito (hará cosa de 2 años que lo inauguraron) cerca del centro de Düsseldorf.  No alcanza a salir en el Street View, cuando fotografiaron esa esquina recién comenzaba la obra.  Llegué a eso de las 9:10, había tiempo de sobra, mi cita era las 9:30.  Subí por la escalera, parte de un hall amplio techado en vidrio que incluye también la entrada y que tiene obras de arte en cerámica en las paredes laterales, hasta el segundo piso, donde estaba mi sala.  Pasillos amplios, como balcones con vista al hall, paredes de madera, con monitores al lado de cada puerta con el horario de citas del día.  Primera sorpresa divertida de la mañana:  ninguno de los citados aquella mañana en esa sala tenía nombre alemán.  Sólo había nombres hispanos, polacos, rusos y griegos.  Llegó mi abogado. Tiene un olor particular que no había advertido.  Tenía ganas de café y necesidad de agua, así que bajé de nuevo a la cafetería.  Esta vez sí usé el ascensor para regresar al segundo piso; al llegar al hall, vi al miex y a su abogado en la baranda del balcón.  Hice como si no lo hubiera visto (igual yo estaba distante) y me senté con mi abogado; ese puesto estaba en su radio de vista, así que cuando me vio se despidió de su abogado y vino a verme.  Me preguntó en español que cómo estaba, que si había dormido bien.  Él no, dijo.  Se deja crecer el pelo, lo tiene ya más abajo de las orejas.  Ha subido de peso, no está regordo pero ya no es el muchachito esbelto con el que viví 7 años.  Llegó la hora de la cita.  Su abogado es más joven que el mío.  Mientras nos dirigíamos a la sala advertí las batolas negras que tanto su abogado como el mío llevaban.  Disfraces, el segundo detalle divertido de la mañana.  Menos mal no llevaban pelucas, que ahí sí creo que no hubiera podido contener la risa.  El juez también tenía una batola negra.  De los tres embatolados, sería el más joven.  La sala, muy moderna, tiene las mesas con formas de arco que en su disposición forman un círculo, dándole un aire futurista.  Esto, el tapiz verde de la sala (combinado con madera, era armónico) y el juez dictándole a un aparato de dictado toda la diligencia me llevaban a la imagen inevitable del capitán de nave espacial redactando la bitácora de vuelo.  Este tercer detalle divertido de la mañana no me dejó concentrarme en la esencia del asunto (sí, quiero divorciarme de este señor; sí, ya acordamos privadamente la división de bienes; no, no estoy de acuerdo con lo del reparto de la pensión) y apenas advertir otros detalles como el contraste de la sobriedad y sobradez de mi abogado con su i-pad con el despelote de carpetas y papeles cayéndose que apenas le cabía en el brazo del suyo.  Mi recreación personal de esta película es invariablemente en tono de comedia, wie sonst bei mir.

La salida del juzgado, el regreso a la oficina y el resto de ese día ya no tuvieron más detalles divertidos, ya todo el resto fue nostalgia y tristeza, como la de esta vez pero ahora limitada en el tiempo, no la dejé estar más de 24 horas..  Lo que más me asombra, lo que deja todos estos sentimientos en una campana de vacío es que no hubiera carne que pudiera ser encendida, por primera vez en meses estaba en un abrazo, y también era muy posiblemente la última vez que estuviera en un tal abrazo con ese hombre, con esa persona, y sin embargo no logré abandonarme, por más que quise no pude sentir ni siquiera que algo se me tostara.  Mi cuerpo ya había dejado ir hace tiempo y yo no me había dado cuenta.