sábado, 21 de agosto de 2010

Desempolvando

Este lugar está abandonado y lleno de telaranhas. Así como de la nada comencé a ordenar mis papeles en una velada de la semana pasada, retomo estas notas que ya no llegan solas, que hay que rebuscar.

La visita de mi madre me tuvo, como siempre que viene, bastante distraída. Como le contara por teléfono a este anhorado visitante, durante las vacaciones no fui a trabajar pero no se puede decir que descansé. Revisitamos Viena -me acordaba de lugares en los que había estado en un invierno hace más de 8 anios!- y nos enamoramos de Praga. Nota al margen: no desgastarse yendo a Bratislava. No paga, no después de Praga. El pretexto de su visita también fue bueno para descubrir el área al norte de este pueblo, el Ruhrgebiet, la región del río Ruhr. En 2010 esta área consiguió ser declarada una de las tres capitales (:-( ) culturales de Europa. No hallan cómo quitarse de encima la fama de ser un área proletaria, pues allí latió el corazón de la industrialización de Alemania durante los últimos 200 anhos. Esta era el área de producción de carbón y acero a lo largo de toda la industrialización de Europa. Visitamos el zoológico de Duisburg, considerado como el mejor de la región, el martes anterior al bendito Loveparade. Duisburg es una de las ciudades de esta olla del Ruhr. Ese sábado siguiente nos dio por ir al Museum Folkwang en Essen, una ciudad que se llama comida a pocos kilómetros al norte de Duisburg, pues era el último fin de semana de una exposición temporal dedicada al estado del Museo antes de 1933, anho en el que llegara el senior de bigoticos al poder y adivinen qué pasó con las obras de arte crazy que el buen ojo de los curadores del museo de ese entonces tuvo el tino de adquirir. Por quedar Duisburg de camino, vimos a muchos festejantes rumbo al tal Loveparade. A la trampa humana que les habían tendido. Cuando quisimos regresar a Düsseldorf a las 6, las conexiones rápidas habían sido suspendidas y no tuvimos más remedio que tomar un tren lechero que salió con mucho retraso. Al llegar a la casa, nos enteramos de la razón del caos ferroviario: los 21 muertos por una estampida en el túnel de acceso al lugar del festejo. Qué siniestro. Unos diez días después regresamos a Essen, esta vez a una mina de carbón que se llama La Alianza Aduanera que hoy, como tantas instalaciones industriales a lo largo de la región del Ruhr, fungen de museos mostrando cómo era el asunto antes -ahora la región padece desempleo y pobreza, porque las minas se agotaron, la producción de acero se fue a otras regiones- pero sobre todo insistiendo: somos mucho más que esto. Tuvimos que pasar de nuevo por Duisburg. El túnel de la muerte estaba a reventar de flores y de cirios.

El fin del mundo de Murakami fue un companhero digno en el trayecto en tren entre Viena y Praga y Praga y los ensayos de Zadie Smith también sirvieron de pretexto para revisitar a Kafka.

Ya no hay más mamá, recuperé mis horas a solas, mis lecturas (Alice Munro, eres monstra!), las vueltas en bicicleta, eventualmente -quién sabe- el blog.

Donia Pajarito fue una motivación importante para usar finalmente la garantía del equipo de sonido y llevarlo al taller de reparacion. Un día hace ya algunos meses regresamos del mercado y olía a quemado, para nunca más funcionar. Donia Pajarito recientemente optó por cantar. Necesitamos ese bendito equipo sonando ya.

Una vez más, se va yendo esta modorrita veranera. Septiembre comienza lleno de reuniones y de vacalocas. Hay una tarea que no he comenzado a hacer y que I have to. Hay una decisión que tengo que tomar y que no sé cómo y que I also have to.