martes, 31 de octubre de 2006

Invisible Hamburg

A la hora de buscar escenas típicas hamburguesas, viene al instante un torrente de imágenes con múltiples y diversos lugares, todos con buenas razones para ser emblemáticos de la ciudad. Algunos de ellos están en el perfil que acompania por debajo al título de este blog: que la iglesia tal, que el puente pascual, que el lago fulano que en realidad no es lago sino un río, por supuesto el río zutano, por el cual llegan los barcos al puerto mismo, el puerto -claro-, el barrio de los ricos a orillas del río, el barrio de la diversión (sigue siendo el de las putas también, todo un ícono hamburgués) también a orillas del río, con su equipo de fútbol cuyos fans son de una devoción aún más sólida que la de los del bogotano Santafé, los barrios bohemios, el parque con el planetario, el cementerio más grande de Europa... sí, a Hamburgo no le faltan imágenes.

Pero basta mirar un poco con más detalle para comenzar a descubrir el Hamburgo invisible del que no hay postales. El de los supermercados que lo transportan a uno a otro país mientras uno compra en ellos. El de las mezquitas y las senioras con velo en la cabeza que llevan de la mano a ninias con velo en la cabeza. El Hamburgo de los inmigrantes.

El domingo anterior pude aniadir una nueva imagen a esta categoría. Fue como una especie de revelación. Íbamos explorando el retorno en bicicleta desde el club de fútbol de J. hasta la casa -normalmente nos vamos en metro-. Es un trayecto que pasa en gran parte por lugares deshabitados -lotes, parques-. En uno de esos parques vimos entre los árboles primero una torre de una iglesia, de un disenio que nos pareció moderno, y luego vimos la iglesia misma, que a J. se le antojó como la nave Enterprise. No sin razón: las naves estaban constituídas por arcos articulados y plateados, como si tuvieran recubrimiento metálico. Nos dirigimos hacia allí, a través de un sendero por un bosque que en sus 200 m. me pareció bastante silvestre. Era posible ver que en las articulaciones de los arcos la iglesia tenía sus vitrales. Parqueamos las bicicletas y nos dirigimos hacia la puerta, la iglesia tenía que estar abierta porque era domingo. Y sí, estaba abierta. Ya nos disponíamos a entrar a la nave central cuando nos dimos cuenta de que toda la audiencia era negra, incluído el pastor (era iglesia evangélica, leímos antes de entrar). Todos de punta en blanco, con la pinta dominguera. Estaban todos de pie, orando, con los brazos doblados a los lados y las palmas mirando hacia arriba. Dos ninias salieron de la nave central y se perdieron por una puerta lateral del vestíbulo, donde estábamos nosotros. No me sentí capaz de entrar, hubiera sido como una profanación, estábamos totalmente fuera de contexto, éramos unos perfectos extranios. Además de que J. venía en pinta de jugar fútbol y yo en la de salir del gimnasio, y ya mencioné que allí estaban todos muy arreglados y elegantes. Pero nos quedamos en el vestíbulo, viendo. La misa pronto se iba a acabar, porque comenzaron a saludarse como cuando uno se da la paz en la misa católica -todavía me acuerdo-. De pronto, por la puerta por donde habían desaparecido las ninias, salió toda una horda de ninios corriendo, algunos iban a buscar a sus papás en la nave central, otros salían al parqueadero a jugar. Nos fuimos.

Yo a los africanos ya los había visto en las estaciones de metro y en los paraderos los domingos, pero jamás se me había ocurrido a dónde iban. Ese domingo lo supe.

Me acordé de los pueblos en Colombia, en donde el domingo es el día ir a misa, por ende de engalanarse para alabar a Dios y para que lo vean a uno bien los demás, porque también es el día de socializar, de ver a los otros que también han estado el resto de la semana deslomándose y de hablar con ellos. También me acordé de que en Bogotá -creo que en el D.F. también-, por el contrario, los que se arreglan el domingo son objeto de burla y desprecio, pues no son más que las sirvientas y los celadores en sus citas en su día libre.

sábado, 28 de octubre de 2006

De divulgación necesaria


Esta lámina me cautivó tanto que no puedo dejar de ponerla en este blog.

No la saqué de ninguna página barata de porno-fantasy-comics. Yo de cómics no sé mucho, pero creo que esto es de una calidad más bien tirando a perrata. Esa especie de diablo al fondo lo dice todo. Pero no la estoy posteando aquí precisamente por su calidad, sino por su origen, que fue lo que me dejó sorprendida. Es una muestra del exquisito gusto con el que Saddam Hussein decoraba sus palacios! (plop. El pobre, además de malos ratos, también tenía pésimos gustos).

Fuente: © Del libro "Zu Besuch bei Diktatoren" / "Visitando a los dictadores", de Peter York, publicado por la editorial Heyne/Randomhouse; resenia encontrada en Die Zeit. Allí también hay fotos de otras finas residencias de no menos ilustres personajes. La de Tito y la de los Marcos también están alucinantes, la de la coronación de Bokassa en África Central está de campeonato. La lobería, como la estupidez, no conoce límites.

viernes, 27 de octubre de 2006

Señora Doctor

La redacción de este blog se permite informar sobre su más reciente logro:
que me hicieran este birrete con monachos encima*

y ponérmelo Para ello, tuve que investigar, diseniar y ejecutar experimentos durante algunos anios, evaluarlos y para terminar, escribir una disertación. Lo realmente difícil vendría después, cuando la disertación se enfrentó a este recorrido por esta tortuosa y difusa senda burrocrática:

Con un poco de suerte logró mi tesis llegar a la cajita del final. Y pude ponerme el birrete. Todavía me falta publicarla y entregarle 70 ejemplares a la Universidad para que me den el papel de marras, el último que espero obtener en este tipo de lides.

Cuando eso pase, ya podremos titular esta foto:
Señora Doctor y Señor Señora Doctor.

*En el birrete se da uno cuenta de cómo lo consideraron a uno durante sus anios en el departamento. En el centro está representado mi reactor con mis alguitas. Por ahí encontraron una Pitufina patinadora, a la que les costó mucho trabajo -según me dijeron después- pintarle el pelo de negro. También hay libros y películas encima del gorro. Eso sí, no faltó el desangelado que saliera con el apunte idiota del taleguito blanco al lado del mapa colombiano. Me tocó mandar un email vaciándolos, el chistoxo ya se disculpó.

miércoles, 18 de octubre de 2006

Tu en las estadísticas

Ya está uno tan acostumbrado a su rol de hormiga, que es raro ver cuando uno sale en el periódico. Eso sí, aún en el contexto del hormiguero, no soy la prima donna y nadie me llama por mi nombre, nadie reconoce mi foto. Sólo hablan de las latinas residentes en Alemania.

De hecho, oficialmente, un 56 por ciento de las latinas que existen en las estadísticas están casadas con alemanes. Su promedio de edad es de 35 años y viven aquí desde hace 9 años aproximadamente.

"Las latinas que ingresan al sistema alemán son madres y esposas. La tendencia está en crecimiento. Y hacen parte destacada de lo que se conoce como "migración casamentera" o "madres y compañeras fugadas"


Qué feo suena eso de ser una inmigrante casamentera...
Por qué me resulta desagradable la descripción de -un aspecto de- mi realidad?
En mi enrevesada percepción del castellano, casamentero es peyorativo. Para mí no era ninguna meta en mi vida casarme!! Pero bueno, ya lo estoy y soy parte de la estadística. Así no me guste, ahí clasifico.

El pais de la gente libre III (y último)

De verdad que son kitsch, pensé. Así son los buses "expreso".


pero con estos templos, qué más se espera?



En la que fuese la antigua capital del reino -hoy una sola ruina-, estos guardianes no me dieron ningún chance de visitar este templo. Haste llegaron a acompaniarme algunos cientos de metros en mi camino de regreso, para asegurarse de que efectivamente me estaba yendo.

En las calles de Bangkok alcancé a alarmarme: la Panamericana ya puso sucursal aquí!


Esta exposición hubiera querido verla. Lástima que ni idea de cómo, ni cuándo, ni dónde (también tienen su propio conteo anual... ya van en 2500 y pucho).


Y esa bendita manía de andarse enrejando, como si tuvieran nostalgia de estar en una cárcel...

Para terminar, la turista satisfecha, haciendo lo que todos hacen y dejando testimonio de ello. El elefante estaba bien bonito.

martes, 10 de octubre de 2006

El pais de la gente libre II

Bangkok es un caos, saca corriendo si uno no va en plan paciente de agarrarle el ritmo.
No quise ir a las playas del sur. Me daba terror la horda de turistas jijuepuercas que, así como los europeos del norte en las Baleares, van sólo a emborracharse y desmandarse. Tal prevención no me sirvió de nada porque tales turistas están por doquier, pero quiero pensar que me salvé de un escenario aún peor. Decidí enfilar rumbo al norte, a Chiang Mai, en donde además se puede hacer trekking y en donde hay montanhitas -cuando tengo oportunidad de verlas es que me doy cuenta de cuánto las extranio!-

El elefantico me trató bien*. El trekking estuvo interesante, en el bamboo-rafting casi naufrago, la montada en la carreta tirada por bueyes si estuvo medio aburridora. Pude vislumbrar por qué yo estaba un poco renuente a dejarme seducir por los encantos tailandeses. Es que mucho de los paisajes y la exuberancia del país, que para otros es cosa nunca vista, es para los ojos colombianos experiencia ya conocida. Aunque con otros bichos y plantas, el paisaje del norte que yo vi era comparable a lo que puede verse en cualquier caminata rural por el área de La Vega o Pacho o Anapoima (todas poblaciones cundinamarquesas), como por poner un ejemplo. Quiero decir, sitios "normales" colombianos. Y claro, la reflexión de marras, si Tailandia puede venderse tan bien con parajes y asuntos tercermundistas parecidos a los colombianos, por qué Colombia no, teniendo también un potencial similar??? Pero bueno, no fui a Tailandia a arreglar el país (colombiano) sino a pasear.

La paseada en solitario me iba enloqueciendo. Tenía días en los que no hablaba con nadie! En una segunda excursión que hice, esta vez a la frontera con Birmania y Laos, pude conocer más gente y el viaje adquirió otro cariz. Y yo, ingenuota, que pensaba que era inmune al gregarismo.

Aún con su caos perpetuo, pero con su vitalidad y amabilidad, Tailandia acaba amanhando. Descubrí que no había pensado para nada en mis asuntos de siempre y que estaba triste de irme cuando estaba en el aeropuerto esperando el vuelo de regreso.

Yo a Tailandia vuelvo. Pero no sola.

*: la foto tengo que escanearla, prometo pronto posteo. Sí, soy un dinosaurio sin cámara digital.

lunes, 2 de octubre de 2006

El pais de la gente libre

(N. de la R: las entregas de hoy van sin tildes, porque no estan a disposicion. No saben cuanto me hacen falta. Amables lectores, por favor imaginenselas).

El pais de la gente libre confirma los mitos o prejuicios que hay sobre el. La gente es muy amable y sonrie todo el tiempo. Las tailandesas son como las flores, le hacen honor a su fama de mujeres hermosas. La comida es realmente deliciosa.

Hay otra serie de percepciones que seguramente son producto de mi echada a perder en Alemania. Todo me parece absurdamente barato: se puede comer como un chancho por menos de 1 euro. No hay canecas para la basura en la calle. No hay horarios ni ruta de los buses en los paraderos (pero eso si, hay paraderos. Pero solo para los buses "oficiales")*.

Tailandia, pais de desiguales. El centro comercial mas lujoso de Surasia (el Andino es como un San Victorino a su lado), con una cultura del rebusque en la que la mitad de la poblacion vende comida en puestos ambulantes, la otra mitad vende chucherias tambien en la calle, la otra mitad se la pasa barriendo y aseando -de otro modo no se explica como todo esta tan limpio con 0 canecas-, la otra mitad son monjes budistas -los budistas no corren los apuros de los catolicos, que ven como se quedan sin curas jovenes. Aqui se ven desde ninios con sus sayas amarillas-.

Lo feo: las ciudades. No se por que esa obsesion de enrejarse. No hay edificios bonitos. Enormes sectores parecen San Andresitos. El concepto de espacio publico no existe, hay todo tipo de obstaculos sobre los estrechos y maltrechos andenes -contando cabinas telefonicas, buzones, bolardos- las calles son supremamente unfriendly con los peatones. Parques? Que es eso? Realmente cansa andar aqui. Y no creo que sea embeleco de llevar mucho tiempo en Alemania. Bogota sera un poco mas sucita, pero muuuucho mas vivible.

Y el trafico. Hay los trancones del demonio a toda hora (a Bangkok no le ha alcanzado ni el metro subterraneo ni el aereo ni el segundo piso de autopistas para desembotellarse). Y manejan como vacas, no tienen ningun inconveniente en parquearse en la mitad de la calle. Menos mal que la gente no es agresiva.

Maniana me refugiare en el campo y posiblemente monte en un elefante. A ver si deja de parecerme que el pais de la gente libre esta sobrevalorado en las guias de turismo.

*Nota (del 10 de octubre): Para lo que hubiera servido si hubiera información en los paraderos. Estas letricas son imposibles de captar para el ojo occidental, yo ni siquiera las pude comparar entre ellas. Y si escriben los nombres en letras latinas, da igual, yo tardaba más en leer un nombre que en olvidarlo.