miércoles, 19 de diciembre de 2007

(Pata) Sola

A mí la lejanía y la soledad no me amargan, pero a veces me aburro de estar todo el tiempo haciendo chistes que sólo yo entiendo. (Tengo un afán de cómica exhibicionista, qué le voy a hacer. Alguna vez, hace ya anios y en no uso de todas mis facultades, pronostiqué que en mí había una Nena Jiménez oculta esperando su oportunidad).

El otro día tenía un ruido extranio e inexplicable en el tacón izquierdo, era realmente fastidioso caminar por los pasillos con ese rítmico andar. Supongo que todos habrán adivinado quién venía por ahí sin haberme siquiera visto. No todos los días se da uno el lujo de andar como la Patasola, pero todos los días no tengo a quién contárselo y que se ría conmigo.

Post mental

Cuánto quisiera poder mostrar la comparación del villancico alemán del árbol de navidad (O Tannenbaum, wie grün sind deine Blätter) con "Arbolito lindo de navidad, que siempre floreces los 24" así fuera en versión reencauchada de Joselito.

Schade, qué pesar que no tengo sino las ganas y quedo debiendo el soundtrack.

domingo, 16 de diciembre de 2007

Vergissmeinnicht

En invierno Hamburgo se ve más desolada, más fría. Se ven los árboles más desnudos. Momento. No, no es sólo eso. Se ven árboles.

sábado, 15 de diciembre de 2007

Inexorable

No importa cuán buena nuera uno sea, ni cuánto se esfuerce uno en serlo, tratando de sobrevivir calladita al desorden tan tenaz de la casa de los suegros. Tampoco interesa si a uno no le importa un bledo -después de todo uno se casó fue con el retonio y no con sus padres-. Y que los suegros sean generalmente personas razonables y aterrizadas sí que menos!! Al final, por una razón u otra, uno siempre se va a ganar el resentimiento de la suegra.

miércoles, 12 de diciembre de 2007

Coincidencia

Cuando le conté a mi mamá que habíamos ido a ver Persépolis (mamá, la peli basada en los libros de la iraní exilada en Francia), ella me contó que había visto "Las tortugas pueden volar" por televisión el fin de semana.
-Muy bonita, pero tristísima.
-Las tortugas pueden volar? No la he oído siquiera.
-También es iraní, por eso me acordé.
Y me contó más o menos de lo que se trataba, aniadiendo al final de cada tragedia “pero lo más de tierna”, en ese humor tan particular de ella.

Cuando a medianoche decidí que tenía que organizar mi ropa porque me daba pena que la seniora del aseo encontrara esa carpa de gitanos, prendí el televisor para que me hiciera companhía con su ruido. Después de zappear un rato, adivinen con qué película me encontré. Sin que pasara nada en la película (bueno, nada de lo que Rose me había contado) yo ya estaba llorando a moco tendido. Ahora no me saco los paisajes ni a los protagonistas (ese bebé tan tierno) de la cabeza, sin haber sido capaz de verla hasta el final porque tenía la perfecta excusa de que en algún momento tengo que dormir, bastante me cuesta retornar a mis frugales 6 horas de suenio como para seguirlas reduciendo aún más.