jueves, 3 de mayo de 2007

Estambul - Legado turco III

En febrero de este anio tendría que haber venido Ohmar Pamuk a Alemania, a dar una serie de lecturas para el lanzamiento de la traducción de su libro "Estambul". Mi amigo U. estaba en ese momento entusiasmadísimo con el autor y me invitó a la lectura. Aunque yo no había leído nada de él, no es propio de una dama rechazar tales invitaciones de sus amigos y me apresté para la ocasión, pero entonces algún loco nacionalista asesinó al periodista armenio-turco Hrant Dink en Turquía, Pamuk canceló su visita europea por amenazas y U. y yo nos quedamos con los crespos hechos.

Entre tanto tuve tiempo de quedar fascinada y perderme en los callejones (los estambulitas y los metafísicos) de "El libro negro" y de poner a Estambul en mi lista de lugares que hay que ver antes de que sea demasiado tarde. Ayer nos vinimos a enterar de que Pamuk... estaría hoy en Hamburgo!

La consecución de los tickets estuvo un poco estresante (U. estaba consumido de la impaciencia esperándome afuera del teatro mientras yo estaba al frente de la taquilla luchando con la diplomacia del caso a codazo limpio por lo que quedara de las reservaciones que no habían recogido a tiempo: nos tocó en puestos separados, cuyos puestos vecinos estaban desocupados) pero la velada valió la pena. A Pamuk le ha pasado la del vino, ahora se ve mucho más guapo que en la foto de treintanhero que acompania la edición del libro que leí, en la que sale con cara de bobo. Me conmovió su sencillez: se sentó en su poltrona, en ningún momento cruzó las piernas (como yo y al contrario de sus contertulios y su traductor) y al principio escondió las manos bajo las rodillas. Parecía un ninho de primaria al que fueran a entrevistar y no un Nobel! Poco a poco fue soltándose y al final ya manoteaba con propiedad. La forzosa intervención del traductor simultáneo cortaba la fluidez de la tertulia, ni escritor ni entrevistador se miraban a la cara cuando hablaban. Pamuk tiene que cargar con los lastres de "embajador de Turquía" y de "puente entre las dos culturas" y maneja muy bien el rollo: deja muy claro que su prioridad es escribir buenos libros, sin desentenderse de asumir una posición política pero también sin permitir que se convierta en el centro de la discusión.

Los recuerdos tienen dos componentes: lo que nosotros mismos vivimos y sentimos y lo que nos demás nos han dicho que nos ha pasado. "Estambul" o las 1000 y una maneras de sentir nostalgia por las fibras secretas de una ciudad y de una ninhez y juventud.

Mencionó en una de sus respuestas dos características del idioma turco: una conjugación verbal específica para expresar "qué hubiera pasado si todo hubiera sido maravilloso" y una palabra, "husun" (o parecida), que significa nostalgia pero colectiva. Lo que le hace la historia a las lenguas. Lástima que el turco sea un idioma que no suena bonito, no a oídos hispanoyentes. Al final hubo firma de libros y U. pudo irse a la casa contento con "El libro negro" autografiado por el autor, que yo había aprovechado para devolverle (al firmarlo, Pamuk reconoció, para regocijo de U., que estaba en espaniol).

1 comentario:

MaJaDeRiA dijo...

Wowwwwwwwwww. Que suerte!!! yo ya habia oido el cuento de la expresion para "nostalgia colectiva". Curiosamente Kapuschinsky en su libro sobre Rusia "el imperio", tmabien menciona algo de eso...de las cosas que le pasan a un pueblo entero....

Bacano, bacano que estas cosas le pasen señorita