Durante Navidad y Anyo Nuevo estuve en la casa de mis suegros en Düren, una ciudad intermedia a medio camino entre Colonia y Aquisgrán (Aachen). Esto es, en la zona del Rin en donde hablan un alemán con acento opita, en donde hay también su jeringonza que no se entiende y en donde también hay Carnaval en febrero. Hay un sentimiento de pertenencia a la región como no se ve aquí en Hamburgo. Las despedidas entre los amigos fueron: "y nos vemos en febrero, para Carnaval".
Aunque pudiera ser descrita como "moridero" -es de aclarar que los hay peores en la región-, la ciudad crece, hay más construcciones nuevas, se ven más extranjeros en sus calles. Sin embargo, durante la última semana del anyo Düren adquiere una atmósfera totalmente diferente. Todos los hijos pródigos vuelven a casa. No sólo hay oportunidad de reencontrarse con la familia, sino con los amigos de la infancia, del colegio y de lo que uno haya hecho durante los anyos escolares. Así es como la fiesta en Düren resultó ser, para mi asombro, mucho más movida que la de Colonia, que estaba más bien como ciudad fantasma. Mientras que en Düren la fiesta del primer día de navidad fue con entrada falsificada, encuentros múltiples, superconcierto de reggae hasta las 5 am y salida del lugar mientras barrían y levantaban las sillas, Colonia infeliz -tanto que se ufana de su espíritu abierto, festivo y carnavalero- me deparó una velada tediosa, primero en un club de billar en donde la canción más decente fue la de la Abeja Maya, luego frente a la puerta de una discoteca en donde esperé 20 minutos por cuenta del portero antes de reflexionar que yo ya estoy muy grandecita para andar en esas pendejadas y finalmente en una caminata estéril que ni siquiera nos ofreció un puesto de mala muerte de dönner abierto.
Düren también es distinto porque allá está J. "en su casa". Aquí en Hamburgo estamos los dos sin asidero. Aunque él alega que nació y pasó su infancia en otras ciudades (como el resto de la familia), de todos modos allá hay algo de su pasado. Se siente raro, por ejemplo, escuchar sus aventuras escolares, por supuesto que de boca de sus amigos porque él no las cuenta ("me casé con ese muchacho?" alcancé a pensar).
Celebramos las bodas de algodón (de chiripa averiguamos que así se llama el primer aniversario de matrimonio). Ese día fuimos de excursión al Eifel, que son las montanyitas que enmarcan la región y sí, de allí proviene la familia del creador de la torre del mismo nombre en París. El Eifel ocupa una región extensa rayando en la frontera con Bélgica, en donde se ha delimitado una región como parque natural y en la que también se encuentran lugares de interés como un castillo medieval con su respectivo burgo; Vogelsang, un complejo de edificios que fuera la academia de oficiales de la SS y que fue abierto recientemente al público como museo y proyecto cultural, y diversos pueblitos con ambiente medieval, uno de ellos en donde fuimos a cenar con nuestro compadre. Las carreteras me recordaron un poco las colombianas porque eran de un solo carril y llenas de curvas y de pendientes, algo a lo que me desacostumbré por completo en Hamburgo.
En los días posteriores a Anyo Nuevo se siente la resaca de las fiestas y la desbandada de los "turistas" de fin de anyo. Ya no hay llamadas ni planes ni paseos. Hora de volver a Hamburgo.
sábado, 6 de enero de 2007
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2 comentarios:
Suena divertido ... y mire no más, las mejores cosas salen de donde uno menos espera...
Tu contraposición entre Colonia y Düren, me recordó muchísimo esas ciudades colombianas pequeñas con suficiente gente de clase media en edad de estudiar una carrera, para exportar un porcentaje importante de su población a las ciudades más grandes durante el periodo semestral, y volverle a abrir la puerta a ese amplio porcentaje al período de vacaciones.
Me imagino que Neiva se parecerá más a Düren por aquello del acento, pero, como decía un amigo cuando había fundamentalistas bogotanos cerca "Pasto es prácticamente una ciudad europea".
Salir de rumba en Bogotá en épocas de año nuevo debe ser un poco decepcionante, aunque probablemente menos que en Colonia. Y si uno va a Pasto en vacaciones, la oferta de bares de temporada probablemente supere a la de Düren, aún si uno es exigente con la música. Eso sí, es improbable poder oir la banda sonora de "Die Biene Maja" en un bar de Pasto, a menos que pegue tardíamente la difunta moda de las fiestas tipo "Fan Fatal".
Sobre tus vacaciones: ¡de lujo! (esa expresión no viene del doblaje mexicano de los Simpson sino de Bernardo Gómez, ex-director de Física de los Andes)
Se ve que tuviste unas merecidas vacaciones de verdad (estar desempleado no son vacaciones, decirlo es humor negro) y que te divertiste bastante, lo cual me alegra.
No he leído tus siguientes posts, pero me imagino que volverías con las pilas recargadas para afrontar la terrible decisión de ¿qué voy a hacer ahora con mi vida?
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