Por razones que no me quiero tomar la molestia de definir, trato de evitar postear sobre política colombiana. Pero una noticia de la semana pasada, medio perdida en el maremoto de las confesiones de Mancuso y el Globo de Oro a la Betty gringa, en la que no se refería el acontecimiento en sí sino una de sus consecuencias -protesta de gobernadores porque merman sus rentas-, me motiva para juntar tres reflexiones que ya me había venido haciendo desde hace rato.
Desde los tiempos más remotos todas las formas de gobierno, hambrientas y con las ollas siempre peladas, no hallan de dónde pueden colgarle más impuestos a sus gobernados. Ya en la Colonia el tabaco y el alcohol estaban entre las vacas lecheras impositivas por excelencia. Y con más veras en estos tiempos, cuando se ha establecido sin ninguna duda que el tabaco es nefasto para la salud.
En Europa la carga de impuestos del tabaco es altísima, porque se supone que el que fuma algún día se va a enfermar y va a representar una carga para el sistema de salud -los tratamientos que requerirá serán seguramente bien costosos- y para la economía en general -otro parroquiano que se enferma y no puede seguir trabajando y contribuyendo-. Así que mejor que vaya pagando de una vez.
Y qué pasa en Colombia? Que planean rebajar (corrección del 29.01.2007) los impuestos a los cigarrillos. Dudo mucho que el precio del tabaco para el consumidor vaya a bajar (o será que sí?). Si los precios se reducen, pues bonita manera de cuidar la salud de los colombianos por cuenta del aumento de ventas de esta industria. No sólo ya no hay hospitales ni sistema de salud que los atiendan cuando se enferman, también los ayudan a que se vayan muriendo más efectivamente -será que es que son muchos? o que el death target son los pobres que compran las marcas baratas? (porque para las caras sí hubo aumento). Y si el consumidor sigue pagando lo mismo, el modo de aumentar las ganancias de la industria tabacalera es aún más prodigioso. Una industria que mata cientos de miles de personas al anyo en todo el mundo y que de cualquier manera ya ni siquiera medio compensará en el país sus efectos mortíferos con las contribuciones al deporte y qué sé yo otros rubros.
(Nick Naylor estaría babeando y diciéndose a sí mismo: "Tengo mucho qué aprender de estos lobbyistas colombianos").
Una perla más de lo dadivoso que ha sido este gobierno -como lo han sido todos- con los industriales. El otro ejemplo que yo leo desde mi esquina lejana tiene nombre propio: El senyor Bessudo, el duenio de Aviatur, la agencia de viajes más grande de Colombia. Primero le conceden permisos para explotación turística de reservas naturales a unos precios francamente irrisorios. Y luego le disenhan un "decretico" a la medida para asegurar la prosperidad de su negocio (y que no tenga que esforzarse por ser competitivo brindando un buen servicio y buenos precios -Aviatur siempre ha sido cara como ella sola-, ni que tenga que preocuparse por la competencia de las nuevas tecnologías) a costillas de los ciudadanos, que por el mero hecho de viajar en avión -algo que en Colombia muchas veces es ineludible- automáticamente pagan un óbolo de $15.000 (algo así como €5) a la "noble" causa de las agencias de viajes.
No es que el gobierno se esté bajando los calzones, no. Es el gobierno el que se los está bajando a los colombianos para que unos pocos se aprovechen. Como todos los gobiernos colombianos de los que haya memoria.
sábado, 20 de enero de 2007
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1 comentario:
Lo mas triste, es el discurso hipócritamente anti-proteccionista, pro-apertura, y pro-TLC, de esos neo-fachos uribistas. Ese tipo de cosas, que todos los Plinios Apuleyos Cínico-Caspa aplauden, prueban que lo que tienen es alma de prostitutas que quieren irse con el cliente que tiene mas plata, así sea bien feo.
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