Como el señor Verano decidió finalmente hacerse presente ya hacia el final de su tiempo disponible, están las tardes lindas y por supuesto los parques llenos de gente haciendo asado, picnic y cuanta cosa pueda ser hecha bajo el sol; están los que juegan freesby, los que duermen, los que leen y claro, los que juegan fútbol en plan informal.
Los equipos se arman espontáneamente, el que tiene ganas de jugar no tiene más que arrimarse a la improvisada cancha (los arcos son las maletas y chucherías de los jugadores) y preguntar con quién. Hay de todo: niños, ancianos, africanos, latinos, alemanes... Quien se detenga a observar los juegos, pues son varios paralelos en la enorme manga del Stadtpark, verá que los extranjeros tienen un dominio notable del balón y ejecutan todo tipo de florituras posible con él -para que les salga mejor lo desinflan un poquito-, no regresan a sus posiciones después de un gol, no juegan mucho en equipo sino procuran exhibir su talento en solitario. Cuando los jugadores son latinos, sumésele a lo anterior la gritería constante por parte de todos de instrucciones sobre lo que hay que hacer.
Si el equipo es de alemanes, puede verse un balón correctamente inflado, a veces también chalecos para mejor identificación, más bien pocas acrobacias con el balón pero eso sí, equipos disciplinados corriendo parejo y relativamente silenciosos...
Me atrevería a decir que los grupos se mezclan pero sólo cuando no hay quórum y pues no hay con quién más. Por lo menos sólo bajo esas circunstancias es que he visto equipos variopintos.
Qué puedo decir? Los clichés me parecen cercanos al prejuicio y a las cucarachas en la cabeza, pero se les puede sacar a pastar en estos paseos vespertinos al parque.
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