miércoles, 22 de octubre de 2008

Acontece

Desafiando a mi habitual inopia y gracias a que el sistema en la empresa estaba caído el sábado, me hice en el centro de Hilden* a lo que mi mamá llamaría una "pinta" o una amiga una "vestimenta". Un suéter rojo cereza, como el sofá que compré en septiembre y que hará su feliz arribo a fines de noviembre y un pantalón sin rayas absurdas adelante de color parduzco.

*Hilden es un pueblo vecino, remember que vivo en la periferia y por eso me quedan algunos pueblos locales más cerca de la casa que el centro de Düsseldorf.

Hoy me puse mi suéter muy oronda, nada más para darme cuenta a lo largo de todo el día de lo bien que combiné con las sillas y las paredes de la oficina y del comedor de la empresa y con el color de la papelería oficial.

Tampoco dejé de pensar en una historia que cuenta mi mamá de una amiga suya que fue invitada a cenar en el Tramonti (en su época muy famoso y caro). La seniora hasta se mandó a hacer un vestido para la ocasión. Sin embargo, la velada se malogró para siempre cuando, al pasar el umbral del restaurante, advirtió que el género de los manteles era exactamente el mismo de su vestido reluciente.

2 comentarios:

patton dijo...

desde entonces la apodan "la camaleón" :D

Lanark dijo...

sería chévere que hubiera sido en Pozzeto en los 80s y que eso la hubiera salvado de que la cosan a bala.