jueves, 9 de octubre de 2008

Lo que hay que hacer

En mi trabajo poco a poco nos vamos dando cuenta de que tenemos un monstruito corriéndonos pierna arriba y que nos habíamos esmerado en ignorar hasta ahora.

La criatura son las preguntas de los clientes. Con una legislación de químicos cambiante, los consumidores de los productos con los que trabajo hacen todo tipo de preguntas posibles. Que si el pegante Tal contiene alguna de las sustancias de la lista Cual. Que si el adhesivo de laminado X cumple con la legislación de sustancias en contacto con alimentos. Que si cuando una persona sin una pierna se muere y va al cielo, la prótesis de la pierna también puede ir al cielo.* O que si el pegante Z es producido siguiendo las leyes koscher.

Como si uno no tuviera mejores cosas que hacer, como por ejemplo haber borrado cosa de 300 documentos intocables y tener que volver a subirlos "a mano".

*: Esta es la pregunta que hace Bart Simpson en el curso de catecismo al que lo mete Marge los domingos por la maniana en la iglesia y que me parece la mata de la pregunta rebuscada.

1 comentario:

Lanark dijo...

Verdaderamente apocalíptico. Ya me parece ver a la Unión Europea colapsando bajo el peso burocrático de tanto ciudadano al que de un momento a otro le dió por sanar su burócrata interior y empezar a joder por pendejadas. ¿Cómo no ceder a la tentación paranoica y atribuírle estos fenómenos a la etapa mundial de BUROCRACIA y a su inminente paso a CIERRE DE CUENTAS? Para mayores explicaciones discordiano-cronológicas, convierto este comentario en un simpático spam de mi blog. Mi, mi, mi.