miércoles, 14 de febrero de 2007

Experiencia religiosa

Hamburgo está más o menos lleno de iglesias; las iglesias son elementos comunes que se encuentran en casi cualquier paraje. Eso sí, estas tierras planas son territorio protestante, de modo que las iglesias católicas sí son más o menos una curiosidad. Y justo a menos de dos cuadras de mi casa hay una. La "delata" una escultura de San Francisco de Asís a un costado.

Al retorno de mi caminata vespertina me animé a entrar. La iglesia estaba abierta y a media luz. Casi todo el escaso público eran viejitas. Repetían una y otra vez la misma oración, que tenía una cadencia familiar: era la hora del rosario. Me senté casi en la última banca, dispuesta a dejarme llevar por la atmósfera casi de trance creada por la semioscuridad y la monotonía del rezo. Me sorprendió que las oraciones en alemán fueran tal cual como en espanyol, hasta dichas con la misma entonación. Al poco rato se incorporó todo el mundo, rezaron el último par de avemarías y se prendieron todas las luces. Sin embargo, nadie se fue: por el contrario, iban llegando algunos feligreses más. Caí en cuenta de que las campanas sonaban: era la hora de la misa. Decidí quedarme.

Vi que todo el mundo tenía el librito rojo que tomaba del espaldar de la última banca, así que fui a buscar uno. Aproveché y me reacomodé en un puesto aún más alejado. Ojeándolo, vi que era el libro de canciones, hasta con partituras.

Al igual que con las oraciones, la misa es exactamente igual que como en espanyol. También me sorprendió. Sé que es una sorpresa pendeja, acaso qué estaba esperando. Seguramente contaba con encontrar allí el mismo tipo de diferencias que encontraba y encuentro en los todos los demás aspectos de la vida, pero aquí TODO era la mismo.

-"La paz sea con vosotros" -"Y con tu espíritu"
Para el saludo de la paz una viejita vino a buscarme a mi banca. "La paz esté contigo".

Supongo que el asombro de encontrar todo lo mismo también se debe a mi desprendimiento de la iglesia en plan religioso. Descubrir esa uniformidad, ese patrimonio cultural en común, ya no intuir sino realmente percibir un signo que nos hace "occidente" ha sido toda una revelación. Aunque sea del tipo "el agua moja".

Bueno, no todo era lo mismo. Los libritos de canciones marcan una diferencia, al igual que el órgano. Ambos elementos se encuentran casi siempre en todas las iglesias de este país. Asombrosamente, la gente no se lleva los libros y al órgano realmente lo tocan y no está ahí de adorno (reflexiones bastante estúpidas y acomplejadas, sí, lo sé). La gente abría el libro y cantaba, pero yo nunca daba con el canto. Pasaba y pasaba hojas, tratando de buscarlo, pero entre un repertorio de más de 700 era un poco difícil ubicarlo. Cómo así que todos si podían cantar lo que era y yo no? Se lo sabían de memoria? Entendían, oían, veían ellos algo que yo no? Casi al final de la misa vi que en la pared al lado del altar había un tablero electrónico en donde aparecía el número de la canción :S ...

Me dio la impresión que se canta más que en Colombia. Valga decir que hará cosa de unos 9 anyos que había ido a mi última misa, antes de esta. Al final puse el libro en su lugar e hice un breve recorrido por la iglesia, que es pequenya y bastante sencilla. Tiene una colección de cuadros muy bonitos con la secuencia de la vida del santo patrón -San Francisco de Asís- y, supongo que influencia-fusión luterana, el Cristo de madera del altar no está crucificado sino resucitado -por aquello de que tiene puesto lo mismo que llevara en la cruz plus una sábana-, "circunscrito" en una especie de elipse alusiva más bien en su nacimiento -que la impresión que da la figura sea tan freudiana no es mi culpa-, con un libro en una mano y haciendo una senyal (?) con la otra

1 comentario:

Lanark dijo...

¡Qué miedo, hijuemadre! Para exacerbar mis temores apocalípticos, Marcelius nos reseña una misa, y eso que no era por Fidel Castro, jejeje. Pero debo reconocer que los rituales católicos me inspiran cierta nostalgia; especialmente cuando me acuerdo de los que nos imponían en primaria (uno cuando niño es como si estuviera trabadísimo todo el tiempo).

Tus reflexiones acomplejadas se dispararon instantánea e irremediablemente en mi cabeza también. Y sospecho que en la de muchos otros lectores.

Se supone que el catolicismo es un rasgo determinante de nuestra mentalidad atrasada y caótica; es curioso ver un catolicismo tan limpio y ordenado como el alemán. Y es un catolicismo importante, si hasta nos legó un papa con un nombre que podrían haberle puesto a un robot de 40 metros.

Todo me deja finalmente una impresión: entre más alemanes conozco, cada vez me parecen mas alemanes los alemanes.