Donha vecina Gusano, la del pajarito, resultó ser un pelín cansona en su insistencia en entablar relaciones con los vecinos. Hay que tener en cuenta que la seniora ya reviste sus 86 abriles, claro, pero eso no impidió que ya nos conociéramos sus historias después de la tercera vez de hablar con ella -el marido fue un actor famoso en Berlín, el hijo es profesor y la visita los domingos, un tío fue ministro de relaciones exteriores-. Su apartamento apestaba a bar de mala muerte por sus constantes fumadera y -suponemos- jartadera (ingesta de licor). Hacia fines de septiembre estuvo bastante activa timbrando en la puerta a jorobar. Algún día de la vida me encontré con el Dr. Von Patoven (otro vecino, de los jóvenes que van llegando, se llama en serio Dr. Von algo), quien me preguntó si sabía que habría pasado, pues hacía poco había estado una ambulancia en la puerta del edificio. Yo había estado desde temprano en la casa y ni me enteré.
Y hace rato ya no hay más "fiiiiiiiuuuu fiiiiiiiiiuuuuuuuuuu" a través de la pared en la sala, no se percibe la pestilencia de bar en el corredor y no hay timbrazos a la hora de comer. Sin embargo, se ve una luz en el pasillo a través de la ventana de la cocina, la que da a la calle.
Update post-navidenio: Labores de inteligencia vecinal indican que donia Pajarito se fracturó una pierna y ahora por fin le tocó morar en un hogar geriátrico. So it goes.
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