lunes, 20 de julio de 2009

Natura

Los embelecos hamburgueses poco a poco se van apagando y aunque este pueblo con ínfulas capitalinas no llega aún a conmoverme, aprendo a disfrutar lo que hay de bueno en este entorno.



Como las ya mencionadas vueltas en bicicleta. Este mapa del Google Maps ilustra más o menos las áreas en las cuales me voy a pedalear entre semana -yo vivo más o menos en donde está el punto rojo y las áreas en cuestión son los achurados verdes-. El fin de semana los toures son de tiro más largo. Hay bastante bosque y reservas naturales a lo largo y ancho de las áreas indicadas. Sí, reservas naturales, aunque se vean las torres de la electricidad y se tropiece uno con las alcantarillas. Porque ahí viven las liebres y ardillas que se dejan ver todos los días cuando voy al trabajo. A veces se ven también erizos. También vi otro faisán, esta vez en pleno vuelo y graznando como un pisco/pavo/guajolote -y yo sacándoles fotos a los faisanes enjaulados de Panaca-, el otro día una garza gris levantando vuelo, un espectáculo en sí mismo porque el pajarraco es enorme. En el recorrido de la derecha ya habíamos visto una vez una mamá jabalí con lechoncitos, pero estaban detrás de una cerca. El área del jabalí está cercada, aunque tiene puertas que sólo se abren empujando hacia adentro. Hoy vimos un jabalí a pocos metros, el sinvergüenza ya debió haberle perdido el miedo a los ciclistas y apenas se hizo a un lado del camino cuando llegamos a donde estaba él.

No deja de parecerme curioso haber visto tanto bicho justo aquí, en donde se supone que está todo tan densamente poblado e industrializado y en donde de naturaleza virgen no es que quede mucho. Ha de ser el espíritu del papá Rin, supongo, que se resiste a morir y sigue cuidando a sus criaturas, pero en serio, sí se puede llegar a una convivencia con el bosque -que siempre será desventajosa para él, pero qué se hace- y dejar a los bichos en su hábitat, sin que por eso comiencen a construir casas exclusivas en la mitad del bosque. Y se puede seguir pasando por ahí sin encontrar un muladar de basura en cada ojo de agua o cualquier peligro -aparte de algún jabalí fresco- acechando detrás de cada rastrojo.

Bonustrack para curiosos: mi trabajo queda más o menos en la "n" de "Holthausen", a la izquierda en la segunda mitad superior del mapa. El centro de Düsseldorf queda más al norte y no hay cabida para él ni en el mapa ni en mis planes cotidianos.

No hay comentarios.: