viernes, 7 de abril de 2006

La cosquilla del viernes. Un homenaje.

Recuerdo que desde mi más tierna adolescencia fui conmovida por la cosquilla del viernes. Pertenecí a las hordas de colombianos que se dejan seducir por la idea de que en las fiestas se la pasa bien bueno, y como tales eventos ocurren en su mayoría en el fin de semana, los invade entonces una chifladura de fiesta en viernes (y bueno, generalmente con pase directo a sábado también... pensar en aquellos tiempos me parece de un desamparo terrible) de tal guisa que se emparrandan en cualquier maricada, en la medida de sus posibilidades. Por mencionar sólo un ejemplo, recuerdo un semestre en la Nacional en el que absolutamente todos los viernes tuvieron una fiesta por todo lo alto en alguna facultad. Y eso era sólo el comienzo. Durante toda mi juventud en Colombia y buena parte de mi tiempo en Alemania siempre tuve cómo hacerme a alguna fiesta. Es que entre nosotros nos buscamos, por supuesto. No voy a hacer aquí ningún recuento de mi vida parrandera, que por otro lado sería interminable y aburridísimo (jaja), pero si diré que no le hizo falta nada de sabor ni de sazón. Quién sabe si la vuelva a recuperar, pero por ahora está en off. Yo tampoco me lo puedo creer, pero así es la triste verdad. Hete aquí que es viernes y yo estoy sentada frente a mi computador muy oronda escribiendo un post. Y con planes de quedarme guardada en mi casita, de todos modos ando un poco resfriadilla y aún lidio un poco con el jetlag. Habrase visto?? Yo, en esas?? Lo más inverosímil: no me hace falta. No lo extranio!! Lo recuerdo con carinio, pero no lo extranio. Rarísimo, si siempre estaba ahí y yo me plegaba a sus deseos! Y me acompanió permanentemente durante casi más de la mitad de mi vida!! Igual, como nadie le pidió que se fuera, de repente vuelve y aparece sin que nadie la esté llamando. Who knows. Ya ni siquiera puedo decir que brindo por tí, nena, porque tampoco volví a tomar, pero de todos modos, en tu honor.

Nota: Creo que ese cambio en mí fue una de las cosas que más asombraron a mi papá. Es que esa vena parrandera era un aporte netamente suyo en mi formación.

3 comentarios:

Ange dijo...

hola marce :)

Juan Felipe Chamorro dijo...

Hola niña...

Te cuento que no habìa vuelto a pasar por acá... (sí soy ingrato... sorry)

Cómo así que perdiste la vena parrandera??... y de verdad no la querés recuperar??...

Me dejaste preocupado.

chiflamica dijo...

Toes que ole!

Bacano que volvió, a mi me gusta mucho leer lo que escribe...yo ando sin escribir mucho, me desencanté un poco de los blogs, pero sigo leyendo.

Saludos!

PD. Estoy mamao del frío.