domingo, 13 de febrero de 2011

Lo que no fue, no será

El encuentro fue casual en un cumpleaños de un desconocido en común. Yo me fui con el de una buena vez a una fiesta en una esquina de nuestro barrio -éramos vecinos-. A partir de ahí comenzó un ir de aquí para allá con aquel doctorante de Derecho que tenía toda la pinta del doctor Chapatín. Uli era arrogante pero me parecía divertidísimo. Mientras nos llevamos la cuerda, todo fue una sola fiesta. Lo mejor fue que no hubo nunca ningún contacto físico. Solamente una vez nos cogimos de la mano, nada más para que yo soltara la suya muerta de la risa, de pronto iba a pensar que yo estaba tragada de él, qué tal, juju, jaja. No sé si no entendió el chiste o realmente fue la fatalidad, pero quiso el destino que una nueva inquilina se mudara al apartamento que arrendaban entre varios (Wohnungsgesellschaft, WG) y con sus carnes gorditas, su ingenio y la ventaja de compartir techo me lo arrebatara en mis narices.

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