El padre del autor de una masacre en un colegio (esas cosas también pasan por aquí) fue condenado por homicidio culposo. Su hijo usó una de sus armas para matar a 15 compañeros y luego suicidarse. La noticia reporta que el señor no sale del asombro de no haber podido ver los síntomas que indicaban los vericuetos mentales por los que andaba su hijo.
No hay peor ciego que el que no quiere ver,
pero no hay nada peor que ser ese ciego sin saberlo.
Me pasó con el monstruo ajeno del post pasado.
El bicho ahí, haciendo musarañas en mis narices, y yo sin -poder?/querer?- verlo.
Ah, los insondables misterios del alma humana.
jueves, 10 de febrero de 2011
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