First time
Salí del examen del ICFES en la Universidad de América, a las faldas de Monserrate. Creo que me encontré con H. que también presentó el examen en el centro y nos fuimos calle 19 abajo. Al frente del Sabana estaba un músico callejero tocando el saxofón. Estaría en la segunda mitad de su treintena, tenía una incipiente calvicie pero llevaba el pelo de atrás agarrado en una cola. Supongo que con H. tomamos algún café y después ella tuvo que irse. Sus padres estaban profundamente convencidos de que el centro en domingo a partir de las 5 pm no era un lugar apropiado para niñas de 16. Yo me quedé dando vueltas y di de nuevo con el saxofonista. Me quedé escuchándolo un par de canciones más. El tipo dejó de tocar y se dirigió hacía mí. Me pidió que lo acompañara. Yo me alegré y agarré al vuelo ese papel insospechado de groupie que se me apareció de la nada. Estaba ronco y tosía, por supuesto fumaba (Parliament, una marca que siempre fue desconocida para mí a pesar de no ser mala). No había sido una mala jornada. Con parte de las ganancias se compró un jarabe contra la tos en una farmacia. En la caja decía que no se fuera a conducir un auto o hacer tareas que requirieran concentración después de haber ingerido una cucharada del remedio. El tipo se bebió toda la botella de un trago. Fuimos a su casa, en el barrio La Merced. Arrendaba un cuarto en una casona del barrio a una familia joven con hijos doceañeros. Hablamos un rato con la familia en la cocina y yo me fui a la casa de mi novio de ese entonces. Yo con un novio! eso era más bien raro. Atortolada de la aventura (aunque suene increíble, no hubo absolutamente nada de sexo, yo todavía no estaba calibrada para esas altitudes) le conté cómo se me había ido la tarde. El chico me cortó a la semana siguiente.
Carne de tu carne
Una cosa pudieron haber sido los "rumbeos" en las fiestas de adolescentes, aquella sutil forma de contacto sexual más o menos difundida y tolerada en mis tiempos juveniles, o los veinteañeros e innúmeros ONS después de una noche de parranda y otra muy distinta un levante de tipo 100% sexual en situaciones relativamente cotidianas. De mis amigos gay sé que eso es relativamente frecuente en este grupo, pero es relativamente esporádico entre los straight. Menos mal no me faltaron ocasiones y tampoco las desaproveché todas, aunque he de reconocer que es de los tesoros que no se siguen buscando -aunque pueden encontrarse de vez en cuando- después de haberse casado.
Con 15 años ya me dejaba arrinconar contra los estantes de la bodega y dar besos apasionadísimos de dos de los chicos del supermercado en el que trabajé en esas vacaciones. A los 16 no tenía ningún empacho en irme manoseando y besuqueando con un atractivo desconocido en una flota llena a Zipaquirá desde el centro (calle 19) hasta el segundo puente (calle 140) y en feriarle la virginidad al primero que se la encontró, un paisa de Manizales que fuera el lover del Doble Vida de Soda Stereo. Como ya lo mencionara, dispuse de un amante distinto para cada álbum posterior del grupo.
Last but not least
La última vez fue una liebre inesperada después de haber sentado cabeza. Fue un imán poderosísimo que estuvo latente durante las doce horas de una excursión turística y cuando las partes por fin pudieron juntarse casi no hubo pudor local ni poder ni sueño que pudiera separarlas. El recordar mi entrepierna húmeda de solo saber su presencia al otro lado de la mesa, mientras departíamos con los demás excursionistas, me pone ídem de nuevo.
domingo, 13 de febrero de 2011
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1 comentario:
Que bueno es cuando ud vuelve a escribir así.
Saludos
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