miércoles, 12 de diciembre de 2007

Coincidencia

Cuando le conté a mi mamá que habíamos ido a ver Persépolis (mamá, la peli basada en los libros de la iraní exilada en Francia), ella me contó que había visto "Las tortugas pueden volar" por televisión el fin de semana.
-Muy bonita, pero tristísima.
-Las tortugas pueden volar? No la he oído siquiera.
-También es iraní, por eso me acordé.
Y me contó más o menos de lo que se trataba, aniadiendo al final de cada tragedia “pero lo más de tierna”, en ese humor tan particular de ella.

Cuando a medianoche decidí que tenía que organizar mi ropa porque me daba pena que la seniora del aseo encontrara esa carpa de gitanos, prendí el televisor para que me hiciera companhía con su ruido. Después de zappear un rato, adivinen con qué película me encontré. Sin que pasara nada en la película (bueno, nada de lo que Rose me había contado) yo ya estaba llorando a moco tendido. Ahora no me saco los paisajes ni a los protagonistas (ese bebé tan tierno) de la cabeza, sin haber sido capaz de verla hasta el final porque tenía la perfecta excusa de que en algún momento tengo que dormir, bastante me cuesta retornar a mis frugales 6 horas de suenio como para seguirlas reduciendo aún más.

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