Esa costumbre latina de usar cuatro nombres (dos nombres, dos apellidos) puede complicarle a uno la existencia en Alemania. Sobre todo cuando uno ha usado toda su vida los dos de la mitad (segundo nombre, primer apellido) y aquí resuelven el gran dilema llamándolo a uno por el primer nombre y el segundo apellido, que vienen a dar una combinación totalmente ajena a la que uno estaba acostumbrado.
En el colegio y en la universidad conocí amigos que no tenían ningún problema con el doblez de nombres. Uno los conocía como Fulano y cuando uno los llamaba a la casa, era para espantarse oir la frase: "Fulano? ah, sí, un momento... Perencejo, teléfono!" Es que a mí mi otro nombre (el primero) no me gusta, a pesar de que no es feo. Pero logré deshacerme de ese lastre y simplemente a punta de ignorarlo logré desaparecerlo de la escena.
El lío viene con los apellidos. Aquí quedan matados con el segundo, porque es sonoro y castellano a morir: mi aspecto y mi acento extranjeros combinan a la perfección con Rodríguez. Pero yo toda la vida usé el primero, que viene siendo una palabra ambigua que aquí no les dice nada, que incluso confunden con un segundo nombre. Y por consideraciones que no logro explicarme, no tengo la valentía de tirar por la borda el apellido de mi papá. Para poder usar ambos los uní con un vistoso guión, que no quede duda que ese larguero es mi apellido. Pero eso de usar dos apellidos es toda una excentricidad. Muchos piensan que adopté el de J.* y por ahí derecho sospechan que mi marido dizque también es colombiano**. El caso es que durante todos estos anios he hecho de Frau Rodríguez y con este nuevo comienzo pensé que podía arreglar el lío y comenzar de una buena vez como la Frau M. que toda la vida fui. No hay caso. M.-Rodríguez quedó condenadamente largo y M. no sigue diciéndole nada a mis colegas. Larga vida a la Frau Rodríguez, a esa que me suplantó.
*: Aquí, como en muuuuchas otras partes del mundo, la esposa suele adoptar el apellido del marido y desaparecer el propio. Hace poco se estableció la opción que la esposa puede conservar el suyo y adoptar el del marido, uniendo ambos apellidos con un guión (de ahí que muchos sospechen que J. sea el Herr Rodríguez). Y también está la opción reciente de que el hombre adopte el apellido de su mujer y desaparezca el propio!!
**: A riesgo de que mis lectores hombres colombianos se enfurezcan con esta blogger y jamás vuelvan a pasar por aquí, he de decir que la sola idea -que pudiera haberme casado con un colombiano- me indigna. En mi descargo digo que cada cual reacciona según cómo le haya ido en la fiesta, no??
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2 comentarios:
¿uno puede adoptar el nombre de la señora? ¿y conservar el apellido?. O sea que si me caso con Juanita, mi nombre puede ser Juanita? ;)
Complejo el tema, una razón más para bautizar a los hijos con un sólo nombre. El tema complejo es el de los apellidos y sus mutaciones, con ofensas maternales incluídas.
don Patton:
sí, así de modernos son!! claro que quise decir "apellido", no "nombre". Yo me adhiero a la causa, viva un solo apellido (independendientemente si es el paterno o el materno).
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