martes, 2 de octubre de 2007

Campamento de supervivencia Villa Durania

La cantina / restaurante de la empresa y la imposibilidad de cocinar en la casa se confabulan contra mí. Presumo que también hay colaboración de las pulgas que Mausi, muy amoroso él, deja en mi habitación y un efecto sinérgico de la música que el abuelo ahora me presta para que oiga. Lo que comenzó como "ay, qué dicha, adelgazo", ya va en "si logro llegar al final de octubre con algo de materia, habré sobrepasado la prueba".

Porque yo en Durania voy hasta el final de octubre -si mi parte corporal aún no ha desparecido-. A partir de ahí nos espera un rumbo nuevo.

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