En octubre de 1999, con apenas una semana desempacada en esta ciudad y sin saber ni jota de alemán, me compré un ticket para ir a ver a Morrisey en una especie de bar-garaje. Camino al concierto, en una escena digna de película de Meg Ryan, conocí a un chileno que iba para el mismo lado y quien luego -después se vería que no tan desinteresadamente- me mostró algo de Hamburgo.
Como según yo he de irme de aquí pronto, me pareció muy simbólico ir a ver a Morrisey en su concierto del lunes anterior (18 de diciembre) ya no en ningún garaje sino en el Color Line Arena, el escenario de mostrar de por aquí, a modo de despedida de Hamburgo -falta que acabe despidiéndome más que circo malo-. Ya soy veterana en esta ciudad, ya no protagonizo escenas de comedias románticas con desconocidos, pero igual me gocé de nuevo la voz aterciopelada de Morrisey y sus canciones hermosas. Traté de tomar unas fotuchas que aún no sé cómo descargar del celular (modelo viejito de ponerle la cámara en donde se conecta el cargador), pero menos mal los muchachos de Die Zeit también andaban por allá e hicieron la tarea por mí.
No hubo bar de okupas ni fiesta after como la primera vez, pero sí una felicidad inmensa en el camino de regreso a casa.
-como para dejarle soundtrack a este post tan musical. Claro que esa canción no la cantó en el concierto-.
jueves, 21 de diciembre de 2006
Suscribirse a:
Comentarios de la entrada (Atom)
2 comentarios:
Ah, qué maravilla. Y qué envidia. Me siento aún más tonto por no haber ido ni a un conciertico acá en Glasgow, y eso que acá estuvo Placebo hace poco. Y podía haberme ganado una por internet, si me dedicara a cosas más productivas que mi blog. Me parece que sos de las que aprovecha vivir en otro lado. Mucho más que yo.
A otros, y sobre todo a aotras, les dará más envidia la escena de comedia romántica. Probablemente a la mayoría, jeje
Gracias por el video. Por alguna razón no me permito ver más videos que los que me recomienda alguien de confianza. Como si se me fuera a meter un virus por los ojos.
buen modo de despedirse, aunque seguramente no será el único: se descubrirá haciendo pequeños rituales de despedida hasta el momento en que pierda de vista la ciudad. ¿y para dónde va (o viene) ahora?
Publicar un comentario