sábado, 26 de diciembre de 2009

Juegos de cartas

En mi casa siempre hubo juegos de naipe, era una de las cosas que, así como también un frasco de ají en la nevera, nunca podían faltar en donde estuviera mi papá. A él en sus desvelos le gustaba jugar solitario y cuando vivíamos en el centro jugaba "21" con sus amigos (creo que es el mismo black jack) y una especie de póquer con dados. La familia de mis medio hermanos también era entusiasta a la hora de jugar cartas y podían pasar tardes enteras jugando rumy, contando chistes, hablando tonterías y escuchando a Rocío Durcal. Comenzando la universidad di en frecuentar gente que jugaba "ocho loco" o "uno", que es la versión gringa del ocho loco con cartas especiales del juego, no con naipes; juego bastante apto para emborracharse rápido. A posteriores amigos les dio en una época la fiebre del póquer, las veladas eran divertidísmas con todas las construcciones posibles que se inventaban para asignar las cartas del juego.

Y hasta ahí fue mi experiencia como tahúr en Colombia. Siempre participé, jugué sin problemas y me divertí mucho.

Mi siguiente encuentro con los juegos de cartas vino en alguna velada en Hamburgo con mi ya entonces marido en casa de algún amigo suyo. Que por qué no jugábamos "Doppelkopf" (doble cabeza). He de confesar que hasta el sol de hoy aún no logro entender este bendito juego, pero comienzo a intuir por qué su dinámica es tan distinta*. Tiene cosas en común con el bridge, otro hueso que traté de roer sin éxito en estos días navidenios. El concepto del "Trumpf" , una pinta que le gana a las demás sin importar ni cómo ni cuándo -como el rol del 8 en el ocho loco-, es concebible, pero cómo se determina continúa siendo un misterio. Sobra decir que las jornadas de juego bastante lejos están de ser entretenidas. Me ofusca sobremanera ser tan bruta.

Será ese tipo de razonamiento lúdico otra cosa que marca tanta diferencia en la concepción de la vida en ambos países (o por supuesto al revés)?

*: Recuerdo que lo primero que pensé cuando jugué la primera vez fue que tenía más reglas que un tute de gamines. Como para dar una idea.

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