Es extrania esta sensación de estar huérfana de padre nada más por mero capricho suyo y no porque en realidad "lo haya dispuesto el destino". No es que me haga tanta falta: al contrario, debo admitir con algo de remordimiento que me siento hasta -gasp- un poco liberada.
El es el imbécil del paseo, no yo. No senior, no más.
Pero lo digo sin rencores, que conste en el acta.
De todos modos, saludos y alles Gute.
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