Mi bicicletica hamburguesa llegó en marzo de este anio a Düsseldorf a seguir transportándome. Vieja y herrumbrosa como estaba, ahí me seguía llevando a la oficina y cuando el clima comenzó a mejorar, también cargó conmigo por las ciclorrutas que van a lo largo del Rin con sus dos cambios / marchas, sus llantas lisas, su ninguna luz. Tenía portaequipajes y timbre, eso sí. Últimamente se había puesto muy latosa porque la lámina metálica que protegía la cadena se abolló en un sitio indetectable de tal modo que quedó con un soundtrack bastante industrial en cada pedalazo. Ya realmente me estaba dando vergüenza que alguien conocido en la empresa me viera (y oyera) llegar en ese tiesto.
Así que en un ataque inaudito de "compradera" (mis largos anios de hibernación económica mientras fui estudiante y desempleada atrofiaron mis glándulas compradoras de un modo increíble, ahora que tengo más o menos con qué me da una pereza terrible, cuando realmente compro algo es porque de veras lo estoy necesitando).... me hice ahora sí de verdad a una bicicleta. Me siento rara siendo ahora rápida y silenciosa.
La bici vieja no quedó solita ni abandonada: quién lo creyera, sí había un cristiano menesteroso que se alegró mucho con ella y que seguramente le invertirá el tiempo y los pocos euros que yo nunca le dediqué y con los que seguirá pedaleando otro rato.
lunes, 4 de agosto de 2008
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3 comentarios:
Chévere la nueva bicicleta.
¡qué belleza!
Felicitaciones, bienvenida la nueva.
Que bien nueva cicla!
Le invirtió buena plata al candado? ;)
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