En marzo de este anio tuve la feliz oportunidad de encontrarme en Amsterdam con C. C. es un antiguo gran amor con quien logramos llegar a un punto óptimo de amistad. Pocos segundos después de nuestro abrazo en una de las plataformas de la estación central de Amsterdam estábamos enfrascados en una conversación como si no nos hubiéramos visto hace más de una semana, cuando en realidad habían pasado 3 anios y medio. Esos tres días fueron maravillosos y, cómo no, se pasaron ultrarrápido.
Me pareció correcto informarle a J. de mis planes y explicarle con quién era. El corazón me dió un vuelco de alegría cuando lo ví hacerme berrinche. Que si era que me estaban acosando las dudas me decidiera ya de una vez, que qué era la pendejada. My hero. No, no había duda ninguna. Simplemente iba a encontrarme con alguien muy querido por mí. Y no iba con la mínima intención de ponerle cuernos. Si hay algo que pueda garantizar una relación muy armónica con un ex es que el sexo no haya sido bueno y que ambos lo hayan reconocido. En otras palabras, que sea un escollo que ya se superó y con el que no vale la pena sobrecargar una relación que es, por lo que a lo demás concierne, una complicidad deliciosa.
Yo en ningún momento contemplé la posibilidad de no ir al encuentro para no molestar a J. Así de limpia tenía (y tengo) mi conciencia -igual, y como O.J. Simpson, suponiendo que así hubiera sido... de todos modos a los demás que les importa! no quiero quedar como puritana en este blog-. Pero algunas amigas me sugirieron que "si realmente me importaba mi relación con J. no debiera ponerla en riesgo yendo a ese encuentro". No sé. No estoy de acuerdo, si su temor era que yo le fuera infiel no tenía qué temer, porque no lo iba a ser (al menos no con C.!). Igual y fui y regresé contenta y le conté lo que medio podía interesarle (que tampoco era mucho, que C. y J. no podían ser personalidades más opuestas).
Ya sé que una dama no sólo debe serlo sino también parecerlo. Pero yo no quiero ser ese tipo de damas. A mí me da mucha pereza jugar a sepulcro blanqueado, porque eso de hacer las cosas por debajo de cuerda siempre resulta bastante desgastante. Yo también hago mis vueltas, pero cuando veo que se pueden hacer, no así en situaciones tan obvias.
Este encuentro con C. fue como hubiera sido la reunión con la Gorda (sí, tengo una amiga a la que le digo Gordis querida con todo el carinio y el respeto del mundo), claro, si hubiera podido tomar el avión a Freiburg, pero no estaba el palo para cucharas y mejor quedarse quietecita en San Francisco mirando a la bahía y preparándose para la llegada de la cigüenia. Por segunda vez me quedo esperándola, la otra vez fue hace unos 4 anios, venía desde el sur de Francia con rumbo al norte pero llegando a Bélgica la muy descoordinada ya no tenía un centavo. La odio. Tendré que ir a verla yo.
Suscribirse a:
Comentarios de la entrada (Atom)
3 comentarios:
"me da pereza jugar a sepulcro blanqueado". qué buen modo de definirlo, no se imagina hasta qué punto lo comparto. y bueno, todos atesoramos el pasado propio y a todos nos pica el ajeno... por eso es bueno tener las cosas así de claras. un abrazo, miss marcelius. que le vaya bonito.
Los de supergrass lo decían de una manera mas funkie: "I should coco"... supongo que querían decir go-go, pero no querían sonar a "wham!"
Pues si, de acuerdo ... el no haber ido hubiera podido hacer más daño a la relación que el haber ido. A largo plazo.
Saludes a J ;)
Publicar un comentario