A principio de año tuve una situación en la que los acontecimientos de mi vida seguían la tendencia de los de la novela que estaba leyendo.
Anoche fue más bien una contrapunto entre dos realidades paralelas, así como una noche de hace 15 años en la que mi corresponsal de entonces trataba infructuosamente de enviarme un email mientras veía "You've got mail" y no podía distinguir entre lo que pasaba en su computador y en la película.
A eso de las 8 estaba en los capítulos finales de "Eat, pray, love" (mea culpa, sí, me engüesé en la caja de intercambio de libros de la oficina con ese adefesio, lo confieso) en donde Felipe le declara su amor a Liz mientras mi amante me dejaba por enésima vez plantada en mi casa esperándolo... no solo era el sentido de la lectura opuesto al de la realidad, sino que también las dos cosas eran cuasi-simultáneas, no en secuencia.
Entrada la noche, llamé a mi amiga A. para consolarla de una pelea con su mamá. Las dos compartimos nuestro sino de hijas únicas que dejaron sola a la mamá separada. Estaba yo finalizando una frase pomposa cuando sonó mi celular -mi amante llamando por tercera vez a disculparse-. Hubiera sido un simple ruido de fondo, de no ser porque el ringtone que le tengo al teléfono es la introducción de Chespirito. La seriedad y el sentimiento de mi statement se fueron al carajo con ese soundtrack y no nos quedó más que reírnos como dementes por los siguientes 10 minutos.
martes, 26 de junio de 2012
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