En un claro acto de descoordine el miércoles de la semana antepasada me arranqué la piel de medio talón derecho con el borde inferior de la puerta saliendo al balcón -no la cerré tras sino antes de mí, parece-. Curiosamente y a pesar de su aspecto horroroso, no fue dolorosa la herida. Pude andar en flip flops todo el tiempo por el buen clima, así que ya sanó y la costra cada día es más chica. Igual no era nada comparada con la chamba que me hice en Camboya cuando caí sobre el codo izquierdo tras arrollar un pobre perro con la bicicleta. Era la segunda vez que pasaba, la segunda cicatriz tiene más bien forma de un signo de admiración en cuyo punto inferior la primera cicatriz también hace un aporte.
Cuando fui al baño a desinfectar la herida del talón, subí la pierna derecha al borde de la tina, pero lo hice tan cerca del lavamanos que me pegué en la rodilla con su borde. Ay. Aua (así se dice en #DE, btw). No sea marica, parezco en los Simpsons.... Con lo jodida que pueda andar, qué gusto poder reír sola a pierna suelta de mis tragediecitas. Quedó la pierna derecha full decorated, con un bello moretón en la parte superior de la rodilla, en bella armonía con la costra del talón.
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