Cuando bajé al sótano a parquear la bicicleta vi una caja recostada contra el container amarillo de la basura (el de los empaques) que reflejaba de manera extraña la luz trasera de la bicicleta. Pensé que era un empaque grande de chocolates, pero cuando lo alcé, se leían las siguientes palabras:
Beethoven
9 Symphonien
Karajan
Berliner Philarmoniker
y abajo en un cuadrito amarillo
Deutsche Gramophon
Al menos mi suerte como
recicladora involuntaria se mantiene.
No sé si conservar la caja (no tengo tocadiscos) o irme de gesto "chimbo" de amistad dándosela al hombre
que salió de y volvió a la nada, con quien hará unos dos meses reanudamos relaciones diplomáticas. No porque lo tenga en especial consideración, sino sería apenas una cuestión de optimizar la emoción del hallazgo: por su naturaleza de cazador de LPs en mercados de pulgas supongo que él, de todas las personas que conozco (incluída yo), es quien más se alegraría de poseer la caja. Claro que capaz que se la doy y me dice que ya la tiene, que el hombre también suele salir con tiros así.